En la actualidad, más del 60% de la humanidad vive en zonas con estrés hídrico, donde el abastecimiento de agua no basta para satisfacer la demanda o dejará de hacerlo. El último informe de Water Aid, "El déficit hídrico – Estado mundial del agua 2018", se recoge que los pobres y los menos poderosos son quienes se ven privados con mayor frecuencia del acceso al agua limpia. Pero, además, los nuevos datos que vinculan el acceso al agua con la riqueza de los hogares también revelan que, incluso en los países que realizan progresos, todavía existen disparidades enormes entre los más ricos y los más pobres.
Por ello, es importante definir las desigualdades que existen en torno al acceso al agua, la cual depende de muchos factores: el lugar donde se encuentra la persona, su situación social y económica, su edad, su educación o su etnia.
El acceso al agua limpia, el saneamiento y la higiene deben considerarse elementos fundamentales para la salud, la educación, la nutrición y la igualdad de género. Sin éstos, las consecuencias pueden ser devastadoras para aquellos que lo padecen:
- Problemas de salud.
- Reducción de la seguridad.
- Abandono escolar.
- Pérdida de ingresos.
- Discriminación social.
- Desigualdad de género y explotación.