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La invasión del camalote: desde la ETAP a la EDAR

Sobre el blog

Eduardo Garcia Dominguez
Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, esp. Hidráulica y Energética. Máster en Tecnología y Gestión del Agua. Tomar agua nos da vida, pero tomar conciencia nos dará agua.
  • invasión camalote: ETAP EDAR

En Extremadura, cuna de conquistadores, una voraz planta invasora lleva más de 10 años colonizando alrededor de 160 km del río Guadiana entre Villanueva de la Serena, Medellín y Badajoz. Se trata del jacinto de agua (Eichhornia crassipes), más conocido como camalote, y que precisamente procede de ciertas regiones cálidas de América del Sur, por donde hace siglos caminaron los conquistadores Pizarro, Orellana, Valdivia o Inés de Suárez,entre otros.

Como refleja la web de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, cuando plantas de esta agresividad alcanzan un ecosistema proclive a ellas, se convierten en plagas, ya que “se propagan por él a gran velocidad, alterando la estructura y funcionamiento del ecosistema receptor y causando daños ecológicos y socioeconómicos”.


El camalote o jacinto de agua, haciendo estragos en el río Guadiana. Fuente: Periódico El Mundo.

Los daños ecológicos que está produciendo el camalote en el río Guadiana son conocidos y evidentes. Debido a su capacidad de flotar, cubre por completo amplias zonas del río, bloqueando el paso de luz solar, de forma que toda la cadena trófica del ecosistema local, desde el fitoplancton a las especies buceadoras, se ven completamente desplazadas. Por si fuera poco, aunque el camalote se retire por medios mecánicos o muera con el frío y las heladas, las semillas sobreviven unos 4 años fuera del agua y unos 20 años dentro de ella.

En cuanto a los perjuicios socioeconómicos, tal y como recuerda SOS Guadiana, nos hallamos ante una catástrofe medioambiental que ha consumido más de 30 millones de euros de dinero público, afecta al riego para la agricultura y en general, perjudica seriamente toda la actividad económica de la zona que está relacionada con este curso fluvial.

En cuanto a los aspectos técnicos, desde el punto de vista de un Jefe de Planta de una EDAR o ETAP que tenga que lidiar con el camalote, se encontrará con que esta planta es, simple y llanamente, una llamada de emergencia sobre el mal estado de los cauces de agua que rodean las instalaciones que gestiona y un reto continuo en la explotación y operación de las mismas.

En su exuberancia, el camalote atasca las rejas de las tomas de agua de la ETAP. Como todo ser vivo, al morir comienza su descomposición y putrefacción, y se deposita en el fondo del cauce, lo que significa un aumento considerable de los niveles de sulfuro de azufre y materia orgánica en el agua (y, en general, de contaminación en forma de demanda biológica y química de oxígeno).

La materia orgánica, en particular, se convertirá entonces en un serio problema que hay combatir en la ETAP, ya que no se podrá utilizar una desinfección del agua con hipoclorito sódico, la más habitual, pues dará lugar como subproducto de la desinfección a los peligrosos trihalometanos (THM) . Algunas de las medidas que se pueden llevar a cabo son:

  • Intensificación de los tratamientos de preoxidación desde la cabecera de la captación, con oxidantes que reaccionen con la materia orgánica.
  • Utilización de químicos que faciliten el proceso de coagulación – floculación – sedimentación de la materia orgánica disuelta, aumentando el rendimiento del proceso de clarificación.
  • Utilización de carbón activo en polvo, que adsorbe materia orgánica.
  • Desinfección del agua producto con dióxido de cloro, ozono, permanganato potásico o rayos UV.
  • Filtración con membranas de nanofiltración y ósmosis inversa, que eliminan la materia orgánica disuelta.

Desde el punto de vista de la EDAR, el camalote necesita altos niveles de nitratos y fosfatos para su desarrollo, ya que obtiene del agua todos los nutrientes que requiere para su metabolismo. Además, su sistema de raíces es capaz de retener algunos metales pesados, como el cadmio, el mercurio o el arsénico. Nada más lejos de parecer un motivo de alegría, una plaga de camalote es sinónimo de la eutrofización del cauce receptor y, por tanto, de una depuración insuficiente. Podría ser beneficioso en pequeñas cantidades, pero es una plaga que no admite control.

En definitiva, el camalote no hace sino nutrirse de la contaminación presente en el río e indicar la presencia de la misma.

Como es recomendable hacer del defecto una virtud, investigadores del CETIEX comenzaron a finales de 2015 estudios para realizar una digestión anaerobia del camalote y así obtener biogás con el que producir electricidad. De esta forma, mediante la venta de energía, se busca una alternativa para ayudar económicamente a la lucha contra el camalote. Más aún, con un compostaje adecuado, el residuo de la digestión podría utilizarse como abono, siempre y cuando se haya eliminado la posibilidad de germinación de las semillas restantes.


El camalote, a su paso por Medellín (Badajoz). Fuente: SOS Guadiana.

En definitiva, y aunque no existe un consenso claro acerca de cómo esta planta tropical pudo llegar a Extremadura, hasta un río español, sin duda Hernán Cortés, procedente de Medellín y conquistador del Imperio Azteca, estaría abatido al ver cómo un pequeño elemento del continente americano que él contribuyó a descubrir para los europeos, ha devorado el río de su ciudad natal.