No resultará nuevo para el lector si se afirma que el agua es un bien indispensable para la vida y en concreto para el ser humano. Y esto se debe no solo por ser un bien indispensable para llevar a cabo los procesos biológicos, sino porque también es utilizada en cultivos y ganadería, siendo estos las fuentes en las que basamos nuestra alimentación.
El IPCC estima que, como consecuencia de la acción del hombre, se ha producido un calentamiento global de 1°C respecto de la época preindustrial. Esto es lo que comúnmente se conoce como cambio climático y se espera que derive en un aumento de la probabilidad de sequía, entre otras consecuencias. Dicho cambio climático es un problema reconocido de manera generalizada por los estados, que empiezan a buscar soluciones en forma de planes que permitan frenar este fenómeno.
Israel, debido a sus condiciones climáticas y geográficas, es un país que sufría de la sequía, de la que como ya se ha mencionado es una de las mayores preocupaciones a nivel mundial. Cabe recordar que, entre los años 1998 y 2012, el joven país se hallaba inmerso en la peor sequía de la zona en 900 años, lo que catapultaba a sus ciudadanos al borde de una crisis humanitaria.
Por este motivo, el agua dulce siempre ha sido una preocupación para el pueblo de Israel, que se vio obligado a buscar soluciones innovadoras al problema, abordando la escasez de tan preciado recurso conforme a dos pilares fundamentales: por un lado, la desalinización y por otro, la reutilización y reciclaje.
Es interesante prestar atención a los datos que arroja la situación actual de Israel, según los cuales el 80% del agua potable consumida en los hogares del país proviene del Mar Mediterráneo y aproximadamente el 85% del agua es reciclada tras su uso. Estos datos, toman mayor relevancia cuando se les compara con el resto de los países y es que España resulta ser el segundo país del mundo en lo que a reciclaje de agua se refiere, con un 20% del total. Esto supone una diferencia de 65 puntos entre Israel y el segundo país más eficiente.
La desalinización como solución a la sequía
La desalinización consiste en la eliminación de la sal que contiene el agua del mar. Este proceso se lleva a cabo de manera industrial en las conocidas como plantas desalinizadoras o desaladoras. Israel, se erige como el país más avanzado del mundo en esta materia contando en su territorio con dos de las tres desalinizadoras más grandes y avanzadas del mundo en lo que a producción de agua potable se refiere.
En la anterior ilustración, se puede observar la planta desalinizadora de Sorek, que es la más grande y avanzada del mundo y que se basa en tecnología de desalinización por ósmosis inversa. Solo esta planta genera 624 000 m³/día de agua potable, suficiente para abastecer a 1,5 millones de personas, que suponen un 20% de la demanda de Israel. A esta desaladora, se suman otras 4, entre las que se encuentra también la segunda más grande del mundo: IDAM Ashod, que fue construida por la empresa española Sadyt y que es capaz de generar 384 000 m³/día.
Estos avances han permitido que Israel revierta su situación y pase de ser un país enmarcado en un contexto de sequía a ser un país con superávit de agua potable, lo que paradójicamente le permite, a pesar de ser un territorio desértico, afrontar el futuro como un país exportador de agua.
Como conclusión, resulta importante recordar que el 97,5% del agua del planeta Tierra es agua salada, lo que hace que sea posible pensar en que una de las soluciones a la escasez de agua dulce pase por desarrollar una estrategia como la que ha venido ejecutando Israel que, a pesar de sus siempre presentes dificultades, ha conseguido hacer frente al problema de la sequía.