Los que tenemos cierta edad, los Baby boomer, crecimos viendo películas del oeste, de indios y vaqueros, en una de las 2 cadenas de televisión que había. Era habitual ver la escena en la que un indio se agachaba para escuchar el sonido del tren en las vías o el galope de un caballo en la lejanía.
Este método tan básico, es relativamente eficaz porque está basado en el principio de que el sonido se transmite mejor a través de los sólidos que en el aire, ya que la velocidad de transmisión en el aire es de 331 metros por segundo mientras que en la tierra es de unos 4.000 metros por segundo y en el acero unos 6.000 metros por segundo.
Ya he comentado en alguna ocasión que el principal método de detección y localización de las fugas ocultas de agua es por auscultación del ruido que produce el agua al salir de la tubería. Actualmente se usan equipos con micrófonos ultra sensibles y filtros de frecuencias que pueden pasarse a pocos centímetros por encima de la acera o asfalto o pueden colocarse sobre la tubería o sobre elementos de la red como válvulas, o incluso introducirse en el interior de las tuberías.
Pero antes de que hubiese esos avances tecnológicos ya se buscaban las fugas ocultas de agua por el ruido que producen con una rústica herramienta que curiosamente es llamada “indio” por los fontaneros de los servicios de mantenimiento de las redes que aún las tienen y en ocasiones siguen usando.
La herramienta suele ser simplemente un bastón de hierro o acero que se pone en contacto con algún elemento metálico de la red como válvulas, ventosas, Tes, llaves de acometidas y sobre el que el operario pega su oreja para escuchar el ruido del agua al pasar por la tubería y distinguir el del agua al salir por las fugas por ser de otra frecuencia.
La proliferación de las tuberías de materiales plásticos como polietileno, PVC, y poliéster, ha dificultado el uso del “indio”, ya que estos materiales son malos transmisores del ruido, con velocidades de transmisión menores de 100 metros por segundo, menor que la que hay en el aire o incluso la que hay en el agua, unos 1.500 metros por segundo. No obstante, se sigue usando en pequeñas poblaciones que aún tienen un alto porcentaje de tuberías de fibrocemento y hormigón.