"Tienes agua corriente" es una expresión antigua que el diccionario de la Real Academia Española de la lengua define como tener “agua que circula por canales y tuberías, y llega hasta las casas”. Pero ¿por qué los jóvenes españoles ya no suelen usar esa expresión y apenas saben su significado?
Pues porque en España ahora ya es corriente que la gente tenga agua corriente.
Pero eso no es así en todo el mundo, ya que 3 de cada 10 personas carecen de acceso a servicios de agua potable seguros y 6 de cada 10 carecen de acceso a instalaciones de saneamiento gestionadas de forma segura, como veo continuamente los fines de semana mientras colaboro “redactando proyectos” de abastecimiento de agua para algunas ONG como Acciona.org y como Rafiki África, y también proyectos de saneamiento ya que tampoco disponen de “Sistema de evacuación y tratamiento del agua residual”.
Por eso la ONU en 2015 definió como 6º ODS (Objetivo de Desarrollo Sostenible) el de “Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos”, centrándose en que de aquí a 2030 se debe lograr el acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible para todos, y en lograr el acceso a servicios de saneamiento e higiene adecuados y equitativos para todos y poner fin a la defecación al aire libre, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas y las personas en situaciones de vulnerabilidad.
Pero los proyectos y obras en los que colaboro no son los que estamos acostumbrados a hacer en España, son proyectos simples y básicos, de muy bajo presupuesto para conseguir dar unas condiciones mínimas como 5 litros de agua potable al día por habitante y día, o no tener que ir a defecar al campo, con ejemplos que se puede ver ampliamente en Akvopedia.
Algunos de esos proyectos son tan simples como diseñar canalones para captación el agua de los tejados durante la época de lluvias y acumularla y filtrarla en tanques, para así evitar que los niños tengan que andar varias horas todos los días a las charcas cercanas para recoger agua de dudosa potabilidad, permitiendo que esos niños tengan tiempo para ir a humildes escuelas. El coste de esos proyectos para una vivienda es menor que lo que nos gastamos al mes en fibra óptica para nuestras viviendas.
Pero ambos tipos de obras, que son para viviendas aisladas, realmente no consiguen que dispongan de agua ni saneamiento “corriente”, por lo que, cuando hay cierta concentración de viviendas y financiación suficiente, se plantean soluciones conjuntas.En cuanto al saneamiento, no son mucho más complicados, ya que suelen ser del tipo de inodoros secos en caseta en el exterior de las viviendas, es decir letrinas construidas con materiales locales sobre una fosa séptica simple ventilada con trampa para las moscas que escapan hacia la luz. En ellos a medida que el líquido se filtra del pozo y migra a través de la matriz del suelo insaturado, los gérmenes patógenos se absorben en la superficie del suelo. De esta forma, los patógenos pueden eliminarse antes de entrar en contacto con el agua subterránea.
En el caso de abastecimiento de agua potable se perforan pequeños pozos desde los que se capta el agua mediante bombas manuales, eléctricas solares, diésel o molinos eólicos, que impulsan agua hasta depósitos superficiales o elevados y desde los que, tras un simple tratamiento de filtración y cloración para la desinfección, se distribuye el agua hasta un grifo junto al pozo y el depósito o, si hay suerte de disponer de más financiación, hasta las viviendas o puntos estratégicos que se pueden dotar de contadores de agua de prepago.
Para el saneamiento de estas pequeñas agrupaciones se pueden realizar pequeñas redes ramificadas desde las viviendas hasta una fosa séptica mayor, que rara vez se dota de aireación prolongada con suministro eléctrico solar.
Pero la problemática no se termina con el proyecto, financiación y ejecución de estas obras simples, porque, tras años de experiencia se sabe que en pocos años dejan de usarse por falta de mantenimiento correctivo y preventivo. Por ello hay que dotar a esas pequeñas poblaciones de una organización que asegure a largo plazo la operación y mantenimiento de las infraestructuras donadas y que se debe autofinanciar parcialmente con un precio por el m3 o el uso que sea asequible a sus paupérrimas economías, ya que lo que es gratis no tiene valor y por lo que no tiene valor nadie hace esfuerzos por mantenerlo. Esta frase me da pie a la próxima entrada en el blog: "¿El agua es cara?"