Un grupo de investigadores del Instituto de Ciencias del Mar (ICM) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Barcelona ha analizado la contaminación por metales pesados en los sedimentos cercanos a la costa situada entre la desembocadura del río Besòs y la playa de la Barceloneta. La investigación, en la que también se han usado datos de la Agencia Catalana del Agua (ACA), ha permitido evidenciar una disminución drástica de este tipo de contaminación a partir de la década de los años noventa del siglo pasado.
El estudio, liderado por el profesor de investigación del ICM-CSIC Albert Palanques, ha sido publicado recientemente en la revista Science of Total Environment . También son autores del trabajo los científicos Laura López, Jorge Guillén y Pedro Puig (ICM-CSIC), así como Pere Masqué, de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
Contaminantes industriales y urbanos
La contaminación por metales pesados en el medio marino se analiza de forma sistemática en varios países para evaluar su impacto y tomar las medidas correctoras necesarias. Estos contaminantes, principalmente de origen industrial y urbano, incrementaron su presencia en la costa de Barcelonaal largo del siglo XX, hasta finales de la década de los 80.
La contaminación por metales pesados en el medio marino se analiza de forma sistemática en varios países para evaluar su impacto y tomar las medidas correctoras necesarias
En la investigación se han analizado los niveles de contaminación por mercurio, cromo, zinc, plomo, cadmio y cobre en los sedimentos superficiales. Para ello se han tomado muestras en los mismos puntos de control entre los años 1987 y 2008, así como en otros testigos (columnas cilíndricas) de sedimentos acumulados durante el último siglo. Los análisis de estas muestras a diferentes profundidades permiten obtener información de la evolución histórica. Así, se ha evidenciado que los niveles máximos de contaminantes se produjo entre los años 70 y 80, mientras que ha habido una bajada drástica a partir de los años 90.
El análisis de las muestras tomadas en 1987 ponen de manifiesto concentraciones de mercurio hasta 490 veces superiores a las naturales. En el caso del plomo y el cadmio, hasta 40 veces superiores a las naturales, y 17 veces superiores en otros metales como el zinc, el cromo y el cobre.
Cambio de tendencia a partir de los años 90
Contrariamente, las muestras de sedimento acumulado a partir de la década de los años 90, presentan unos niveles máximos de mercurio y cadmio entre 20 y 30 veces superiores a las naturales; y de zinc, cromo, plomo y cobre entre 5 y 12 veces superiores.
Es decir, se ha registrado una reducción muy notable de los niveles de contaminación por metales pesados en los sedimentos de la zona estudiada a partir de la década de los 90, lo que implica que el río Besòs y los colectores de la ciudad transportan mucha menos carga contaminante hacia el mar.
Las medidas correctoras han sido efectivas
Los investigadores atribuyen la reducción de la contaminación en la implantación de las normas reguladoras ya la construcción y entrada en servicio, a partir de 1979, de las depuradoras en la cuenca del río Besòs.
Se ha registrado una reducción muy notable de los niveles de contaminación por metales pesados en los sedimentos de la zona estudiada a partir de la década de los 90
Actualmente hay 24 plantas de tratamiento de aguas residuales en la cuenca, que tratan más de 840.000 metros cúbicos de agua al día, según datos de la Agencia Catalana del Agua, antes de verterla al mar. A esto hay que añadir otros factores que también han incidido positivamente en la reducción de la contaminación como la restauración ambiental y la construcción de los humedales del río Besòs en la década de los 90; los cambios urbanísticos que suprimieron la industria pesada alrededor de la costa antes de las Olimpiadas del 1992; o la implementación de la Directiva Marco del Agua en 2000, que supuso la incorporación de planes muy rigurosos de monitorización del estado de las aguas y medidas de tratamiento del agua.
Hay que seguir trabajando
Sin embargo, los científicos advierten que los niveles de metales pesados en la zona, aunque reducidos y en niveles que son seguros para garantizar el baño y la salud de las personas, deben disminuir más y que hay que mantener esta tendencia la baja.
Esto evidencia, por un lado, que las medidas aplicadas hasta ahora posiblemente hay que complementarlas. Los científicos afirman que hay que seguir trabajando para mantener y mejorar la calidad del agua y del sedimento, buscando soluciones más eficientes para los episodios de lluvia torrencial, cuando el volumen del agua a tratar excede la capacidad de las plantas depuradoras.
Precisamente mediante el plan de gestión de las cuencas internas para el período 2016-21, aprobado este martes 3 de enero, el Gobierno de la Generalitat prevé una inversión superior a los 26 millones de euros en la reducción de los impactos de los sistemas unitarios en caso de fuertes lluvias.