Abordar las propuestas de carreteras hídricas para enfrentar la crisis hídrica que afecta a Chile, fue el objetivo del análisis "Los costos ambientales de los trasvases de agua (Environmental costs of water transfers)", publicado en la revista Nature Sustaintability y donde participaron investigadores provenientes de la Universidad de Concepcion, Universidad de Chile, Universidad del Desarrollo, y Universidad del Biobío.
Con una mirada interdisciplinaria gracias a los aportes de académicos de áreas como la oceanografía, climatología, ecotoxicología, economía, y limnología, la publicación busca abordar los posibles impactos que podría tener la implementación de proyectos de trasvases de agua o carreteras hídricas. Considerando para esto los problemas que ha enfrentado Chile en los últimos 30 años en materia de administración de los recursos hídricos.
Sumado a este escenario, se encuentra el prolongado periodo seco conocido como megasequía, que desde el 2010 ha exacerbado el déficit hídrico y anticipado el escenario que impone el cambio climático en gran parte del territorio nacional, donde las lluvias serán cada vez más escazas.
Para Cristian A. Vargas, director del Centro MUSELS, quien lideró este análisis , "Chile está entrando a una fase donde debe reconciliar la creciente demanda del suministro de agua por parte de sectores productivos como la agricultura, minería y generación eléctrica, con la provisión para consumo humano y la salud de los ecosistemas".
Fue en base a este escenario que el también investigador del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO) y académico de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción, convocó a un grupo de científicos chilenos de diferentes disciplinas para realizar un análisis teórico global respecto de este tipo de propuestas para enfrentar la condición de escasez hídrica, presente especialmente en la zona centro-norte de Chile.
Chile está entrando a una fase donde debe reconciliar la creciente demanda del suministro de agua por parte de sectores productivos
"Estos megaproyectos implican la captura, el almacenamiento y la transferencia a gran escala de agua dulce a lo largo de hasta 2.000 kilómetros, y a través de tuberías enterradas bajo tierra o depositadas en el fondo marino del océano costero, paralelo a la fosa de Atacama", agrega Vargas.
En el análisis los investigadores destacan la necesidad de enfrentar el gran desafío de los proyectos de carreteras hídricas, basado en conocimiento y evidencia científica, que incluya análisis global y interdisciplinario.
Diferentes proyectos como los considerados en Chile se han llevado a cabo anteriormente en todo el mundo (por ejemplo, el Proyecto del Valle Central en California, el Proyecto del Arizona Central en EE. UU. y el proyecto de trasvase de agua del Río Ebro en España).
"Entre algunos aspectos a considerar, se encuentra la importancia que tienen las descargas de los ríos al mar en el aporte de nutrientes y otros elementos que sustentan la productividad del océano costero, o el hecho de que el agua de los ríos no está libre de contaminantes, y microorganismos, que pudieran ser transportados cuando el agua se trasvase a otra región, dado que los sistemas de tratamiento de aguas no son capaces de eliminarlos. Este es el caso por ejemplo del Río Biobío, un sistema que en el presente recibe toxinas, como dioxinas y furanos asociadas a las descargas industriales de las plantas de producción de celulosa", agrega el director del Centro MUSELS.
René Garreaud, co-autor del trabajo y subdirector del Centro de Ciencias del Clima y la Resiliencia (CR)2, señala que "históricamente la zona centro-sur de Chile exhibe un superávit hídrico pero esta es la zona que experimentará el mayor disminución de precipitaciones durante el resto del siglo XXI alterando el balance local, un factor que debe considerarse en caso de captar recursos de agua dulce para su envío hacia el norte".
Los investigadores terminan señalando que bajo la creciente escasez hídrica, este tipo de proyectos empezará cada vez más a entrar en la discusión y análisis por parte del estado y el mundo privado. Sin embargo, para asegurar la sustentabilidad del recurso hídrico, se deben considerar un análisis económico de costo-beneficio, las implicancias de largo plazo de estos proyectos, reconocer la conexión que existe entre los ríos y el océano costero, y comprender sus implicancias en las comunidades y su entorno, o también entendido como"sistema socio-ecológico", lo cual implica alcanzar un cierto grado de desarrollo en normas y estándares estrictos basados en ciencia.