La cuenca hidrográfica de los ríos Piracicaba, Capivari y Jundiaí –también llamada “cuenca PCJ”– se extiende a través de 76 municipios del estado de São Paulo, en Brasil, y abastece del líquido elemento a más de 5,8 millones de personas. Con un área de drenaje superior a los 14.000 kilómetros cuadrados, sus aguas están sujetas a una gran demanda para la agricultura, la industria y el consumo de la población. En función de ello, y en el marco de la crisis climática global, dicha cuenca padece actualmente la escasez hídrica. Pero este no es el único ni el mayor de los problemas: el gran conjunto de ríos, riachos y arroyos que la componen se encuentra también fuertemente contaminado por efluentes agrícolas, industriales y domésticos.
Las expresiones visibles de esta contaminación han sido objeto de diversos artículos publicados en los medios de comunicación. Pero faltaba todavía un estudio en profundidad que identificase las principales áreas contaminadas y la naturaleza de los contaminantes individuales y de las mezclas de contaminantes; que calculase su concentración, su frecuencia y su toxicidad, y que señalase sus potenciales riesgos para los humanos y para los organismos acuáticos. Ese estudio se ha concretado ahora, a cargo de investigadores de la Universidad de Campinas (Unicamp) y colaboradores de otras instituciones brasileñas y de otros países.
El referido trabajo contó con el apoyo de la FAPESP en el marco de tres proyectos (14/50951-4, 21/12484-9 y 20/14988-1). Y se publicó un artículo en el cual se informan sus resultados en el periódico científico Chemosphere.
“Aparte de los contaminantes tradicionales, ya bastante conocidos y sujetos a la legislación, detectamos también contaminantes emergentes aún no legislados, que presentan toxicidad en condiciones de exposición crónica. Nuestra investigación suministró el primer retrato de la existencia de compuestos del grupo de los PFAS en los ríos del estado de São Paulo”, dice Cassiana Carolina Montagner, docente del Instituto de Química de la Unicamp y coordinadora del estudio.
Los PFAS constituyen un grupo integrado por miles de sustancias químicas sintéticas perfluoroalquiladas que se emplean en la industria en una gran variedad de productos con el objetivo de volverlos antiadherentes, impermeables y resistentes a las manchas. La utilización más conocida es en utensilios antiadherentes recubiertos de teflón.
Un informe de la United States Environmental Protection Agency (Usepa, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos) enumera diversos problemas de salud humana probadamente asociados a la exposición a PFAS. Entre ellos se cuentan el aumento del riesgo de padecer algunos tipos de cáncer, incluidos los de riñón, de próstata y testicular. “La existencia de siete PFAS en diferentes ríos del estado de São Paulo se informó por primera vez en nuestro estudio”, afirma Montagner.
Para evaluar la dimensión de los impactos que causan todos estos contaminantes, es necesario considerar que la zona cubierta por la cuenca PCJ constituye un importante polo agrícola e industrial
Pero esto no es todo. “Detectamos también muchos otros contaminantes que llegan a un total de 45. Los pesticidas agrícolas atrazina, carbendacima, tebuthiurom y 2,4-D fueron los que exhibieron la mayor frecuencia de detección, al encontrárselos en el 100 % de las muestras recolectadas. La misma frecuencia del 100 % se detectó también para la cafeína y el bisfenol A [BPA], que llegan a los ríos a través de los desagües domiciliarios”, añade la investigadora.
Al respecto de esto, es importante decir que, aunque es bien tolerada por los humanos, la cafeína puede ser bastante perjudicial para la biota acuática, tal como lo remarca Montagner. En tanto, el bisfenol A es una sustancia química orgánica, el 2,2-bis(4-hidroxifenil) propano, utilizada en la fabricación de polímeros y revestimientos de alto rendimiento. Los plásticos que se emplean en la elaboración de electrodomésticos, computadoras, juguetes, cubiertos descartables, mamaderas, revestimientos de latas de comida y bebida y resinas epoxi contienen BPA. Este aparece también como componente del PVC maleable en papeles térmicos, tales como los de los extractos bancarios y los comprobantes de pago que emiten los cajeros automáticos y las máquinas lectoras de tarjetas.
Para evaluar la dimensión de los impactos que causan todos estos contaminantes, es necesario considerar que la zona cubierta por la cuenca PCJ constituye un importante polo agrícola e industrial, en donde también se encuentran ciudades de gran porte. Esta área responde por el 5,3 % del Producto Interno Bruto (PIB) de Brasil, con sus destacados: la producción de caña de azúcar en el municipio de Piracicaba, la industria textil en el municipio de Americana y la gran concentración poblacional en el municipio de Campinas.
“Aparte de ser la principal fuente de agua potable de toda esa extensión, la cuenca del PCJ suministra agua de riego a la que no se le aplica ningún tratamiento antes de su utilización en los campos agrícolas. Al mismo tiempo, en esa región se ubican muchas pequeñas ciudades que arrojan sus aguas de alcantarillado casi in natura a los ríos”, informa Montagner.
La investigadora hace hincapié en que los contaminantes emergentes, tales como pesticidas, hormonas, productos farmacéuticos, productos químicos industriales y PFAS, se están arrojando en la cuenca del PCJ sin que la actual legislación brasileña exija su monitoreo. “En nuestro estudio recolectamos muestras en 15 puntos distintos de la cuenca. Y analizamos los contaminantes presentes teniendo en cuenta tres factores: la concentración, la frecuencia y la toxicidad. Aparte de las altas frecuencias antes mencionadas, detectamos elevados coeficientes de riesgo para los herbicidas diuron y atrazina, además del insecticida imidacloprid”, comenta.
Y culmina diciendo: “Además de los antiguos problemas de contaminación no resueltos, como la contaminación causada por coliformes fecales, por ejemplo, surgen nuevos problemas ahora provocados por la presencia de los contaminantes emergentes, que se elaboran para asegurar la calidad de vida moderna, pero que llegan al ambiente debido a la mala gestión de los residuos sólidos y a causa de un saneamiento ineficiente. Nuestro estudio sugiere que es imperioso diseñar un programa de vasto monitoreo para garantizar la protección de la vida acuática y la salud humana”.
El monitoreo
Ante la consulta para la redacción de este artículo, la Compañía Ambiental del Estado de São Paulo (Cetesb) informó mediante una nota que actualmente se realizan mediciones trimestrales en 519 puntos de muestreo, de los cuales 91 están distribuidos por la cuenca PCJ. Además de los parámetros tradicionales, tales como materia orgánica, nutrientes, coliformes y metales, Cetesb efectúa mediciones de agrotóxicos y de algunos compuestos emergentes cuantificados indirectamente mediante dos tipos de ensayos: uno que mide la actividad estrogénica, para la detección de compuestos del tipo de los interferentes endócrinos (que mimetizan las hormonas femeninas, como el BPA), y el otro que mide la actividad de los glucorticoides para la detección de medicamentos antiinflamatorios.
En el referido texto se afirma también que Cetesb mide los productos agrotóxicos (42 principios activos diferentes) desde el año 2017 en tramos de ríos localizados en las cuencas vinculadas a usos de los suelos predominantemente agrícolas. “En la cuenca hidrográfica PCJ, los agrotóxicos se monitorean desde 2018 en el tramo de la cabecera del río Corumbataí [...], en el municipio de Analândia, con alrededor del 65 % del área de la cuenca destinado al uso agrícola. Los productos de este tipo que se detectaron más a menudo en ese tramo del río Corumbataí durante el período de 2018-2022 fueron el insecticida imidacloprid [bastante frecuente también en las muestras analizadas en la Unicamp] y el herbicida tebuthiurom [presente en el 100 % de las muestras del estudio].
Las concentraciones de imidacloprid aparecieron frecuentemente en niveles superiores al límite de ecotoxicidad crónico para invertebrados acuáticos de la Usepa [a través de su Agencia de Programas para Agrotóxicos, OPP, por sus siglas en inglés], que es de 10 ng/L [nanogramos por litro]. Durante ese mismo lapso de tiempo no se detectaron en ese trecho los agrotóxicos 2,4 D y atrazina [ambos detectados en el 100 % de las muestras analizadas en la Unicamp], que están contemplados con estándares de calidad para la protección de la vida acuática con la Resolución Federal [Resolución nº 357/2005 del Consejo Nacional de Medio Ambiente de Brasil, Conama].”
Por último, Cetesb informa que no existen valores legislados para la actividad estrogénica y los glucocorticoides. “Los resultados de estos dos ensayos, obtenidos en el transcurso de los últimos cinco años en la cuenca hidrográfica PCJ, indicaron valores −en ambos ensayos− considerados bajos o de escasa relevancia, con base en los estudios hasta ahora realizados y en la experiencia internacional.”