Los asentamientos de especies de moluscos bivalvos en infraestructuras hidráulicas es un fenómeno creciente. Prácticamente la totalidad de países del mundo sufren este grave problema.
La adaptación de estos moluscos bivalvos invasores a casi cualquier sistema hídrico de agua dulce y también salada (hasta ciertos niveles de salinidad), es un hecho que repercute seriamente en el normal funcionamiento de infraestructuras tales como centrales de energía, sistemas de riego y el abastecimiento de agua dulce.
Aunque el problema ocurre desde hace un siglo de forma generalizada, es en los últimos 50 años es cuando se ha producido un creciente impacto como consecuencia del aumento en la actividad industrial y el transportes de personas y mercaderías por medios marítimos y fluvial, principalmente.
La colonización de los espacios marítimos litorales, ríos, lagos y embalses, verdaderos santuarios de estos colonizadores formidables, es un proceso lento y persistente que hace de estos dreissenids, una vez superadas las fases de Adaptación, Reproducción y Expansión, los habitantes de referencia de los sistemas invadidos.
Su capacidad adaptativa, funciones reproductivas y sus características biogenéticas, hacen de estos organismos casi invulnerables a las condiciones naturales, dada la supremacía en relación a la competencia biológica de otros habitantes del ecosistema acuático.
Esta circunstancia, permite que la evolución de la especie en cualquier espacio acuático, de forma constante y exponencial.
Los daños ambientales que producen los bivalvos invasores generan un desequilibrio del ecosistema acuático que, sumado al uso de plaguicidas y fertilizantes y otros contaminantes químicos, utilizados por el ser humano, generan la desaparición de especies autóctonas más vulnerables.
Pero no solo estos enormes asentamientos provocan daños ambientales, también sufren sus consecuencias las infraestructuras industriales que utilizan el agua como recurso generador de energía, o elemento imprescindible para la agricultura y el consumo humano.
La protección y salvaguarda de espacios naturales y otras infraestructuras industriales, es uno de los objetivos que debemos asumir si queremos que la vida como la conocemos esté vigente dentro de los próximos 50 años.
Control de asentamientos mediante tóxicos
El uso de cualquier sistema de control de estas enormes colonias (hasta 400.000 individuos por metros cuadrado), por elementos químicos y tóxicos, no solo es una pérdida de tiempo y dinero. Solo la constante y sistemática aportación de grandes dosis de tóxicos, podrá eliminar una pequeña parte de estas colonias. Sin embargo, el aporte contaminante al medio acuático será contribuyente a la degradación de la vida, no sólo de flora y fauna acuática, sino también a la salud de las personas.
Control por biotecnología
La alternativa a este peligroso modelo de control, se encuentra en la biotecnología. Microorganismos acuáticos que, de forma natural eliminan bivalvos invasores.
La Pseudomona protegens es una bacteria benigna para cualquier forma de vida acuática, salvo para los moluscos bivalvos invasores.Este descubrimiento se produjo de forma casual. En 2007 Marrone Bio Innovations (MBI) entró en una asociación comercial con el Museo del Estado de Nueva York para convertir este microorganismo natural del suelo en un molusquicida capaz de establecer el control al 100% de larvas y adultos de mejillones cebra y quagga, principales colonizadores de sistemas acuáticos en Europa y América del Norte. El resultado fue Zequanox, el primer molusquicida natural, compatible con el medio ambiente e infraestructuras industriales.
La EPA registró Zequanox el 29 de julio de 2011. Si desea conocer más sobre este formidable recurso puede verlo aquí.
Protección de sistemas afectados
Al igual que la investigación que nos condujo hasta Zequanox, el desarrollo de la metodología que debe acompañar su aplicación efectiva, fué desarrollada.
La complejidad del problema, obligó a establecer protocolos ineludibles para llevar a cabo el control de colonias con éxito.
El conocimiento de las masas de agua, las características de las colonias, el funcionamiento de los sistemas artificiales afectados, los diferentes materiales en que están construidas estas infraestructuras, etc. forman parte de los protocolos que se tienen que adoptar previamente a cualquier intervención de control.
Control permanente
El control mediante biotecnología de un sistema infestado, es similar al tratamiento al que se somete una persona que padece diabetes tipo 1.
Los tratamientos de control biotecnológico de colonias de bivalvos invasores, deben establecerse regularmente para mantener bajo control los bivalvos invasores en los sistemas naturales y artificiales colonizados. Como resultado, mantendremos una saludable condición de equilibrio en los sistemas naturales y un normal funcionamiento en las instalaciones industriales.
No existen milagros para resolver este problema. Los bivalvos invasores, forman parte de los sistemas acuáticos donde han conseguido establecer los asentamientos.
La solución viable consiste en mantener su crecimiento bajo control, haciendo que otras especies puedan convivir y desarrollarse en los sistemas acuáticos y las industrias puedan realizar su trabajo sin necesidad de realizar operaciones costosas por la paralización de la producción a causa de paradas técnicas indeseables.
Contribución a la contaminación ambiental
El impacto que producen los tóxicos utilizados en el control de plagas, no solamente acuáticas, sino también agrícolas, produce un daño irreparable al medio ambiente.
Las aguas contaminadas por estos tóxicos no solo se incorporan a los alimentos, también se filtran y llegan a las aguas subterráneas acumulando toxicidad que luego será transferida a otros sistemas originando de este modo un bucle de contaminación creciente y permanente que inevitablemente será incorporada al agua que bebemos, a los alimentos que tomamos y al aire que respiramos.