El agua es un recurso imprescindible para la vida y todos conocemos la importancia de tener acceso a agua potable en nuestro día a día. Sin embargo, posiblemente no nos paremos a pensar el lujo que supone abrir el grifo y disponer de agua potable.
No obstante, en el mundo hay alrededor de 2.100 millones de personas sin acceso a agua potable o a sistemas de saneamiento, según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Para aterrizar este dato, esa cantidad de personas supone que 1/3 de las personas no tiene acceso a agua potable saludable, 2/5 personas no disponen de ningún tipo de instalación para lavarse las manos con agua y jabón, y más de 673 millones de personas aún hacen sus necesidades al aire libre. Estas cifras no están repartidas por igual en todo el planeta. Alrededor del 65 % del total del continente africano sufre de falta parcial o total de este recurso hídrico.
Habitualmente, no unimos la pobreza al recurso hídrico, sino más bien al poder monetario de una población. Sin embargo, es precisamente el acceso a agua lo que permite un desarrollo de las sociedades. Y no sólo esto si no salud, educación, igualdad etc. Puede que alguna de estas relacionas no sea obvia, pero según calcula la Organización Mundial de la Salud (OMS) por cada dólar invertido en suministro de agua potable se ahorran entre 3 y 34 en sanidad. Si existiese acceso a agua potable, los menores no tendrían que pasar horas trasportando agua y podrían adquirir una educación de mayor calidad. Esto es tan sólo un ejemplo, pero también la energía, nutrición, agricultura y mortalidad infantil tienen una relación con el agua muy ligada. Sin ella no hay posibilidad de desarrollo y por ende salida de la pobreza.
Todo esto no es información despreciable, además, se prevé que estos datos aumenten con el paso de los años, por ello, desde el año 2010, la ONU reconoció el acceso de agua potable como un derecho humano fundamental. El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales pusieron en marcha un plan para conseguir erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos. Son los conocidos ODS, Objetivos de Desarrollo Sostenible. Forman parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Cada objetivo tiene unas metas específicas que deben alcanzarse para 2030. El ODS número 6 trata de garantizar la disponibilidad de agua así como su gestión sostenible y el saneamiento para todo el mundo. Esta iniciativa propone una serie de acciones para conseguir un futuro más igualitario.
Hay un gran reto por delante, en el cual todos estamos involucrados. Aunque a veces parezca que no es posible cambiar el mundo desde nuestra condición de persona individual, el simple hecho de plantearse la realidad y conocer las desigualdades, es el primer paso para el cambio.