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Los desafíos de la sequía y el cambio climático

  • desafíos sequía y cambio climático

La sequía y el cambio climático representan dos de los desafíos más significativos para las comunidades de regantes en España. Estos fenómenos no solo amenazan la sostenibilidad de los recursos hídricos disponibles, sino que también ponen en riesgo la viabilidad económica y social de las comunidades que dependen del riego para su subsistencia.

La sequía, entendida como un período de escasez de precipitaciones que resulta en una disminución de los recursos hídricos disponibles, tiene un impacto directo en la capacidad de las comunidades de regantes para cumplir con sus funciones básicas. La reducción en la disponibilidad de agua conlleva a la necesidad de implementar restricciones en el uso del agua, lo que puede traducirse en una disminución de la producción agrícola y, por ende, en una afectación económica para los agricultores y la comunidad en general.

Desde el punto de vista normativo, las comunidades de regantes deben operar en conformidad con la legislación española vigente, la cual incluye disposiciones relacionadas con la gestión y distribución de recursos hídricos en períodos de escasez. La Ley de Aguas y su reglamento de desarrollo, así como los planes hidrológicos de cuenca, son instrumentos clave que establecen el marco dentro del cual las comunidades de regantes deben planificar y gestionar sus recursos frente a la sequía y el cambio climático.

Ante estos desafíos, es imperativo que las comunidades de regantes, en coordinación con las autoridades estatales, desarrollen estrategias de adaptación que incluyan la modernización de infraestructuras, la implementación de tecnologías de riego más eficientes y la promoción de prácticas agrícolas sostenibles. Además, es esencial que se fomente la investigación y el desarrollo de nuevas variedades de cultivos que sean más resistentes a la sequía y a las condiciones cambiantes del clima.

La respuesta jurídica a estos desafíos también implica la revisión y actualización constante de la legislación para asegurar que las políticas de gestión del agua sean resilientes frente al cambio climático y capaces de mitigar los efectos de la sequía. Esto puede incluir la promulgación de normas que incentiven la recarga artificial de acuíferos, la reutilización de aguas residuales tratadas y la implementación de sistemas de asignación de agua que reflejen la escasez creciente de este recurso vital.

El cambio climático representa un desafío significativo para la gestión sostenible de los recursos hídricos en España, especialmente para las comunidades de regantes que dependen directamente del agua para sus actividades agrícolas. La adaptación al cambio climático es, por tanto, una prioridad en el ámbito del riego y la gestión de cuencas hidrográficas. A continuación, se exponen algunas estrategias de adaptación al cambio climático que las comunidades de regantes pueden implementar en el marco de la normativa regulatoria española:

  • A) Los planes hidrológicos de cuenca, regulados por la Ley de Aguas y el Reglamento del Dominio Público Hidráulico, deben incorporar la variable del cambio climático en sus revisiones. Esto implica una evaluación de los impactos esperados y la integración de medidas de adaptación específicas para garantizar la disponibilidad de recursos hídricos.
  • B) La optimización del uso del agua es fundamental para hacer frente a la escasez hídrica. Las comunidades de regantes deben adoptar tecnologías de riego más eficientes, como el riego por goteo o la microaspersión, y promover prácticas de agricultura de conservación que mejoren la retención de agua en el suelo.
  • C) La construcción y modernización de infraestructuras como presas, balsas y sistemas de recarga de acuíferos son esenciales para regular el caudal de los ríos y almacenar agua en periodos de abundancia. Estas acciones deben cumplir con la normativa ambiental y de seguridad de presas y embalses
  • D) La implementación de sistemas de tarificación que incentiven el ahorro de agua y la gestión de la demanda son herramientas clave para promover un uso más racional del recurso. La Ley de Aguas establece los principios de recuperación de costes y de “quien contamina paga”, que pueden ser aplicados para fomentar la eficiencia hídrica.
  • E) La colaboración con instituciones de investigación y la inversión en innovación tecnológica son fundamentales para desarrollar nuevas variedades de cultivos más resistentes a la sequía y para mejorar los sistemas de predicción y monitorización de recursos hídricos.
  • F) Las comunidades de regantes deben participar activamente en programas de educación ambiental y concienciación sobre el cambio climático y la importancia del ahorro de agua, dirigidos tanto a sus miembros como a la sociedad en general.
  • G) La cooperación entre comunidades de regantes, administraciones públicas y otros usuarios del agua es crucial para una gestión integrada de los recursos hídricos. La gobernanza del agua debe ser inclusiva y participativa, permitiendo la adaptación a las condiciones cambiantes impuestas por el cambio climático.

La implementación efectiva de estas medidas requiere un enfoque holístico y proactivo para asegurar la sostenibilidad de la agricultura de regadío y la resiliencia de las comunidades frente a los desafíos futuros.