El Congreso Nacional del Medio Ambiente vuelve en un 14ª edición con un programa que abarca todos los ámbitos de la sostenibilidad en nueve ejes temáticos, donde el agua cobra cada vez más un papel más relevante. Continuando con el ciclo de entrevistas "El agua en CONAMA" donde distintos perfiles profesionales aportan su visión sobre los temas más relevantes que se trataran en este #CONAMA2018, hablamos con Francisco Heras, Consejero Técnico del Área de Adaptación de la Oficina Española de Cambio Climático, sobre la Sesión Técnica "Agua y adaptación al cambio climático".
Pregunta: ¿Por qué es necesario introducir el enfoque de adaptación al cambio climático en las políticas de agua y la planificación hidrológica?
Respuesta: Porque el cambio climático está provocando cambios relevantes en el ciclo del agua y debemos adaptarnos a ellos. Entre las tendencias observadas en las últimas décadas podemos citar:
- Cambios en las precipitaciones: Desde principios de los años 60 las precipitaciones globales caídas en España han disminuido ligeramente. Sin embargo, se aprecian cambios relevantes en la manera en que se reparten a lo largo del año: en términos generales, la estación húmeda tiende a acortarse y ha aumentado el porcentaje de lluvia que cae en el otoño.
- Disminución del agua que circula por los ríos: aunque no siempre es fácil separar los efectos del cambio climático de los producidos por otros factores, como los cambios en los usos del suelo, sabemos que los caudales en cuencas que poseen un régimen semi-natural se están reduciendo de forma significativa. Un estudio reciente realizado sobre 74 cuencas ha constatado reducciones medias de -1,45 % al año en el periodo 1966-2005. En la mayoría de los ríos las reducciones de caudal se han concentrado en la primavera y el verano. Hay que tener en cuenta, además, que la disminución de la aportación en los ríos no es proporcional al descenso en la precipitación. En general, cuanto más árida es ya una cuenca, mayor es la repercusión.
- Incremento de la temperatura del agua: aunque los datos son fragmentarios, el incremento de la temperatura del agua se ha documentado en diversos tramos fluviales. En muchos casos la vida asociada a los ríos ha servido como indicador del calentamiento. Por ejemplo, en el valle alto del río Lozoya, se han documentado ascensos en la distribución altitudinal de las especies de macroinvertebrados acuáticos que llegan a superar los 200 metros para un periodo de 30 años.
- Subida del nivel del mar: en las costas españolas se han constatado ascensos entre 2 y 3 mm/año a lo largo del último siglo. El incremento del nivel del mar tiene una influencia destacable en estuarios y acuíferos costeros, incrementando los riesgos de salinización.
Los estudios que tratan de vislumbrar el futuro a partir de las proyecciones climáticas indican, de forma general, que estas tendencias se mantendrán en las próximas décadas, por lo que todo apunta a que los cambios serán cada vez más profundos.
Cambia el contexto y es lógico que cambien las políticas de agua y la planificación hidrológica para proporcionar respuestas adaptadas a nuevos escenarios.
P.- ¿Cuáles deberían ser las prioridades políticas, económicas y sociales de nuestro país para poder afrontar dicha adaptación?
R.- La adaptación al cambio climático tiene un evidente sentido práctico: se trata de anticipar respuestas para reducir los riesgos y mejorar nuestra capacidad para afrontar los impactos que resulten inevitables, limitando los daños. En este sentido, debemos reconocer que la adaptación no es el resultado de un mero ejercicio técnico, sino que tiene claros componentes políticos y sociales. ¿Qué niveles de riesgo estamos dispuestos a asumir? ¿Dónde están nuestras prioridades ante los riesgos climáticos? No hay referencias universales para trazar estas líneas y, por ello, el debate social y político resulta imprescindible. Pero, además, las respuestas adaptativas van a requerir el concurso de un amplio conjunto de actores: si los planificadores, gestores y usuarios actúan de forma coherente, será posible lograr respuestas más efectivas.
Desde la Oficina Española de Cambio Climático buscamos hacer aportaciones que faciliten el proceso adaptativo, entre ellas:
- Ofrecer herramientas como visores de escenarios de cambio climático o proyecciones sobre la evolución de los recursos hídricos, que ayuden a atisbar el futuro.
- Promover la capacitación de actores clave, aportando conocimiento sobre impactos y riesgos derivados del cambio climático, pero también sobre estrategias y medidas para limitarlos.
- Apoyar el desarrollo de proyectos piloto para probar y valorar empíricamente la efectividad de las medidas de adaptación ideadas.
- Fomentar el diálogo y la reflexión colectiva, un aspecto al que sin duda contribuirá la sesión técnica sobre agua y adaptación incluida en el próximo CONAMA.
P.- ¿Qué estrategias y medidas serían necesarias desde el sector del agua para adaptarse al cambio climático?
R.- El abanico de potenciales estrategias y medidas es amplio y sus implicaciones muy diversas. En este sentido, cada opción debe ser valorada desde la perspectiva científico-técnica, pero también desde la social y política: ¿es una medida viable, considerando las capacidades de quienes deben asumirla y desarrollarla? ¿Es socialmente justa? ¿Es ecológicamente adecuada? ¿Los esfuerzos y los beneficios que aporta están repartidos de forma equilibrada? ¿Contribuye a limitar las vulnerabilidades de los usuarios del agua o las acentúa? ¿Es compatible con el imprescindible proceso de descarbonización de la economía española?
Nadie puede responder en solitario a cuestiones como estas y, por eso, la construcción de respuestas adaptativas pasa no sólo por promover la generación de conocimiento sino también por fomentar el diálogo entre ciencia y sociedad, así como el debate y la creatividad social.
Hablando en términos generales podríamos decir que el sector del agua debe integrar el cambio climático como un factor que va a condicionar (y, de hecho, ya condiciona) el uso y la gestión del agua. Reconocer las tendencias y aceptar que nos encaminamos a un futuro diferente – en términos hídricos – a lo que hemos conocido, es el primer paso.
P.- ¿Cómo puede afectar la adaptación al cambio climático del sector del agua en aquellos sectores productivos donde este recurso tiene un importante papel?
R.- Dado que en España los recursos hídricos convencionales (el agua de los ríos y los acuíferos) tienden globalmente a reducirse, una parte sustancial de la respuesta adaptativa recaerá, necesariamente, sobre los usuarios del agua. Los sectores productivos deberán desenvolverse en escenarios nuevos y necesitarán poner en juego flexibilidad, creatividad y, por qué no decirlo, capacidad para encajar limitaciones.
La agricultura es el principal consumidor de agua en nuestro país, pero también es un sector dinámico y creativo, que tradicionalmente ha sabido servirse de un conjunto amplio de estrategias y técnicas para adaptarse a la disponibilidad de agua. No olvidemos que nuestro clima se caracteriza por unas fuertes variaciones estacionales e interanuales, lo que ha dado lugar a una rica cultura agraria, un patrimonio que debemos aprovechar y enriquecer.
P.- Los fenómenos climáticos como las sequías e inundaciones son cada vez más extremos y frecuentes, incluso también en España. ¿De qué manera afectan éstos a la disponibilidad del agua y su gestión?
R.- Los análisis sobre el impacto futuro del cambio climático en el régimen de sequías en España, coinciden en pronosticar que las sequías serán más frecuentes y más largas a medida que avance el presente siglo. Las sequías no constituyen un fenómeno raro en la región mediterránea y los gestores públicos y privados conocen bien los retos y los dilemas que plantean. Pero todo parece indicar que situaciones que, aún hoy, consideramos extraordinarias lo serán cada vez menos en el futuro. Y, por ello, será necesario normalizar instrumentos de gestión que faciliten el uso flexible e inteligente de unos recursos limitados.
En lo que toca a las inundaciones, las tendencias futuras parecen menos nítidas. En todo caso, parece claro que una reducción global de las precipitaciones no conllevará, necesariamente, menos inundaciones. Dado que constituyen el riesgo natural que provoca mayores daños, será necesario seguir trabajando en su gestión, y concretamente en las labores de previsión, prevención e información sobre la peligrosidad asociada, y en el incremento de los márgenes de seguridad frente a la vulnerabilidad de las infraestructuras.
Los trabajos desarrollados por la DG Agua con fondos PIMA Adapta dirigidos a recuperar la conexión de determinados tramos fluviales con sus llanuras de inundación, constituyen soluciones inspiradas en la naturaleza que permiten laminar avenidas, favoreciendo la retención del agua. En este sentido, constituyen un buen ejemplo de medidas adaptativas “sin arrepentimiento”, potencialmente útiles en un conjunto de escenarios diverso.