Fundación Aquae, la fundación del agua, nos recuerda que el 33% de los suelos del planeta ya están degradados, lo que provoca que unos 815 millones de personas sufran inseguridad alimentaria y aproximadamente 2.000 millones no dispongan de alimentos suficientemente nutritivos, según el último informe (2019) de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La adopción de medidas inmediatas contra la contaminación del suelo, que contribuirían al logro de casi todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es uno de los puntos sobre los que se debate estos días en la COP25, donde Fundación Aquae está presente.
«El 95% de nuestros alimentos se producen directa o indirectamente en los suelos. En 2050 la población crecerá hasta los 10.000 millones de personas, aproximadamente, lo que obligará a incrementar la producción de alimentos en un 60%. Tomando en cuenta estos datos, parecen evidentes las dificultades que existirán para garantizar la seguridad alimentaria en muchas regiones del planeta al reducirse el rendimiento y la calidad de los cultivos», explica Mariola Urrea, presidenta del Consejo de Estrategia de Fundación Aquae.
El suelo se deteriora debido a contaminantes biológicos (micro-contaminantes como bacterias y virus), pero sobre todo por la acción del hombre. Las principales fuentes antropogénicas de la contaminación del suelo son los químicos procedentes de actividades industriales, los residuos domésticos, ganaderos y municipales (incluyendo aguas residuales), los agroquímicos y los productos derivados del petróleo. Estos químicos se vierten de forma intencionada, como con el uso de fertilizantes y plaguicidas, la irrigación con aguas residuales no tratadas o al echar lodos residuales al suelo; y también de forma accidental, por derrames petroleros o filtración de vertederos.
La contaminación del suelo también proviene de la deposición atmosférica de la fundición, transporte o de la suspensión de materiales radiactivos, fruto de pruebas de armas atmosféricas o accidentes nucleares. En los últimos años han surgido nuevos contaminantes como los productos farmacéuticos, sobre todo antibióticos que se liberan al medio ambiente tras ser excretados del organismo -animal o humano- al que se les administró.
«El suelo es uno de los hábitats más diversos del planeta ya que alberga animales vertebrados, lombrices, ácaros, insectos, nematodos, hongos, bacterias y actinomicetos, cuya función es clave para los ciclos globales haciendo posible la vida en nuestro planeta. Sin suelos sanos nuestros alimentos no se pueden producir. La importancia de preservar nuestros suelos es clave ya que, conviene no olvidarlo, retienen el triple de carbono que la atmósfera; filtran el agua; e incluso mejoran la resiliencia ante inundaciones y sequías», destaca Urrea.
¿Qué provoca la contaminación del suelo?
La contaminación del suelo provoca una reacción en cadena: daña a los microorganismos del suelo y a organismos mayores que viven en él y, por tanto, afecta a la biodiversidad del suelo, reduciendo la materia orgánica que contiene y su capacidad para actuar como filtro. También contamina el agua almacenada en el suelo y el agua subterránea; y también el aire por la volatilización de partículas tóxicas. Las plantas y vegetales también se ven afectadas por esta contaminación y, por tanto, los animales que las ingieren.
La contaminación del suelo también supone un grave riesgo para la salud humana por contacto directo (exposición cutánea, inhalación de partículas de suelo contaminadas o consumo de agua contaminada); o indirecto, por el consumo de plantas o animales que han acumulado grandes cantidades de contaminantes del suelo.
«Cada uno de nosotros es un agente destacado en la protección y conservación del suelo. Elegir alimentos sostenibles; reciclar adecuadamente desechos peligrosos como las baterías o los medicamentos; o hacer compostaje en casa para reducir la cantidad de desechos que se llevan a los vertederos son solo algunos ejemplos de cómo podemos ser parte de la solución. Más allá de una llamada a la acción en el comportamiento de nuestra vida diaria, también debemos promover e impulsar prácticas agrícolas sostenibles», subraya Mariola Urrea.
En la actualidad se continúa investigando nuevos métodos para sanear los suelos contaminados. Los sistemas para rehabilitar físicamente estos suelos, como la inactivación o el secuestro de químicos en vertederos, son muy costosos por lo que en muchos países se están aplicando métodos biológicos con base científica como la biorremediación, que consiste en destruir o volver inocuos los contaminantes del suelo mediante el uso de plantas y microorganismos vivos (bacterias, hongos o algas).