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"Aspiro a que nuestras gotitas de innovación rompan con prácticas menos sostenibles del sector"

Frank Rogalla, director de Innovación y Tecnología de Aqualia (Foto: Pablo González-Cebrián/iAgua).
Frank Rogalla, director de Innovación y Tecnología de Aqualia (Foto: Pablo González-Cebrián/iAgua).

El sector del agua se reivindica como una de las palancas fundamentales de la recuperación post-COVID. En un contexto de transformación potenciado por la llegada de fondos europeos, la I+D+i se erige en piedra angular para atraer las inversiones y el talento necesario para que el agua ocupe el lugar que merece en una nueva economía marcada por la sostenibilidad, la circularidad y la digitalización. El momento es idóneo para conversar con Frank Rogalla, director de Innovación y Tecnología de Aqualia, y una de las personas que mejor conoce el mundo de la investigación en España y Europa.

En primer lugar, nos gustaría conocer un breve resumen de su trayectoria profesional.

Mi biografía siempre ha estado muy ligada al agua. Y no lo digo solo por el hecho de que mi signo del zodiaco sea piscis, o porque en mi juventud en Bélgica llegara a ser campeón de natación… Ahora en serio, mi carrera profesional comenzó en la Compagnie Generale des Eaux en Francia (ahora Veolia), que me envió a Nueva York en 1994 cuando adquirieron varias empresas americanas, como Metcalf & Eddy. De allí me trasladé a Brasil, donde viví en una megaciudad como São Paulo para trabajar con Severn Trent y sus empresas americanas. Después un amigo muy conocido en los procesos de agua residual, James Barnard, me reclamó para dirigir la tecnología de Black & Veatch. Mi cuartel general estaba en Londres, pero prestaba apoyo a proyectos globales, de Aberdeen (Escocia) a Zárate, (Argentina), y de Australia a San Diego (Estados Unidos). Y finalmente entré a formar parte de Aqualia que, como operador del ciclo integral del agua en territorios muy diversos, me ha presentado retos apasionantes.

Publicado en iAgua Magazine 32 - Diciembre 2020
iAgua Magazine 32

Usted ha liderado desde 2008 el área de Investigación y Desarrollo en Aqualia. ¿Qué logros destacaría en estos años?

La innovación ha ido ganando reconocimiento en los últimos años. Recuerdo que cuando entré en Aqualia me plantearon el reto de desarrollar la I+D de la compañía, cuando todavía no se disponía de recursos estructurados para esta actividad.

En ese momento, en 2008, paradójicamente, creo que la crisis nos vino bien a los gestores de la I+D, en parte por el cambio cultural que se ha producido en las organizaciones, porque la innovación se ha percibido como un apoyo para salir de esa situación. Empezamos a encontrar muchas ayudas, tanto internas como de las administraciones públicas regionales, nacionales y europeas. A pesar de los recortes en los grandes grupos de servicios, se apostó por la innovación, y pudimos crear y hacer crecer un equipo de I+D con más de treinta personas, cofinanciado principalmente con las ayudas públicas a los proyectos de desarrollo.

Si cada proyecto LIFE que hemos gestionado en estos años fuera un jugador, podríamos conformar un buen equipo de fútbol. También hemos participado en una decena de proyectos H2020, de los que en Aqualia lideramos casi la mitad (Mides, R4L, Deep Purple, Rewaise… Scalibur, Ultimate, Sabana, Incover, B-Ferst, Sea4Value…). Todo este trabajo nos ha reportado, además una decena de patentes, con tecnologías propias, sostenibles y rupturistas.

El trabajo desarrollado estos años nos ha reportado una decena de patentes, con tecnologías propias, sostenibles y rupturistas

¿Cómo han cambiado las prioridades de la I+D en el sector del agua desde 2008 hasta la actualidad?

Como el ciclo de desarrollo tecnológico en nuestro sector es muy lento y largo, y se necesitan hasta diez años para que una idea pase del laboratorio hasta sus primeras referencias industriales, las prioridades no cambian tan rápido. Tanto la calidad del agua como la eficiencia del proceso son siempre los objetivos principales. Lo que sí ha cambiado es que hoy en día la eficiencia incorpora conceptos diferentes, como por ejemplo la sostenibilidad, que implica minimizar la huella de carbono. Otro elemento relativamente nuevo es el de la economía circular.

¿Qué proyectos de investigación tiene en cartera Aqualia en estos momentos y qué espera obtener de ellos?

Ahora mismo tenemos tres líneas principales de trabajo:

La primera, de tecnologías disruptivas con huella de carbono neutro (o negativa), y soluciones propias de Aqualia:

  • Depuración con microalgas y producción de biocombustibles: talk algae biofuel con la Universidad de Cádiz y la Universidad de Almería.
  • AnMBR con Universidad de Valencia y la Universidad Politécnica de Valencia como socios.
  • Desalación microbiológica con IMDEA.
  • Reactor bio-electroquímico con la Universidad de Alcalá.
  • Bacterias púrpuras con la Universidad Rey Juan Carlos.

La segunda de estas líneas de trabajo presupone que no podemos “cargarnos” todos los horrores de hormigón que hemos heredado, así que lo que proponemos es optimizar las tecnologías ya existentes. En este sentido aspiro a que nuestras “gotitas” de innovación rompan con las prácticas menos sostenibles del sector.

  • Lo-Dif control de oxígeno, con la Universidad Politécnica de Valencia.
  • Co-digestión y mejorías como micro-oxigenación, digestión dual, hidrolisis térmica – con la Universidad de Valladolid.
  • ELANannamox para los retornos de la deshidratación, probablemente adaptable también en la línea de agua de los lodos activados (Aqua-Elan) con la Universidad de Santiago de Compostela.
  • Pretratamientos de la desalación, y recuperación de las membranas.
  • Estruvita y otros bio-fertilizantes, con la Universidad de Almería.

Finalmente, también nos centramos en la transición digital, intentando incorporar las herramientas más eficientes de entre las tecnologías de la información. Por ejemplo, estamos arrancando un nuevo proyecto, REWAISE, que integra nuevos algoritmos y simulaciones, para optimizar las soluciones innovadoras de la economía circular.

La transición hacia economía circular es sin duda una de las tendencias más importantes en los últimos años. ¿Cómo está cambiando este nuevo paradigma la gestión del agua?

Nuestro sector siempre ha sido un pionero en este sentido, ya que el ciclo integral del agua incorpora el concepto de circularidad, por aquello de que el agua nunca se pierde… pero ahora nos concentramos no solo en el reúso del agua, sino también en la valorización de su contenido como energía o materias primas (sales y nutrientes). Por ejemplo, en el proyecto H2020 Run4Life, intentamos separar las corrientes amarillas, negras y grises para aprovechar estos recursos. Podemos mostrar que el ciclo del agua puede obtener una huella de carbono neutra, produciendo la energía necesaria para su transporte y tratamiento.

Frank Rogalla, director de Innovación y Tecnología de Aqualia (Foto: Pablo González-Cebrián/iAgua).

España es una potencia en reutilización de agua, pero el margen de crecimiento es aún importante. ¿Qué hace falta para extender esta práctica?

El desafío del reúso es la logística necesaria para conectar la fuente con el usuario. Tradicionalmente, el 80% del coste de un sistema de agua lo asumen las tuberías, por lo que para un reúso eficiente hay que evitar el bombeo y transporte, acercando el tratamiento de manera selectiva, descentralizando los tratamientos y evitando, en lo posible, el transporte innecesario del agua. En este sentido, un buen ejemplo son los edificios de Tokio, que realizan un reciclaje de agua muy, muy local. En España conocemos casos como los del edificio del BBVA de Las Tablas o el de la Zona Franca de Vigo, un proyecto en el que también hemos colaborado desde Aqualia.

Por otro lado, si no todo el mundo necesita la misma calidad de agua, ¿por qué enviar agua extremadamente pura a todos los usuarios? En este sentido, las normas actuales de depuración nos obligan a eliminar nutrientes del agua, cuando aproximadamente el 66% del agua de reúso se destina a la irrigación de cultivos, que necesitan de estos fertilizantes. Es un contrasentido.

La eficiencia energética de las infraestructuras es otro de los asuntos que absorben el interés de los investigadores. En ámbitos como la depuración o la desalación los resultados son impactantes. ¿Seguiremos rompiendo registros en los próximos años?

El objetivo de reducir la energía necesaria para el tratamiento del agua figuró desde el principio entre nuestros objetivos. La factura eléctrica es uno de los gastos más importantes de cualquier operador, normalmente alrededor de 1 kwh/m3 entre distribución y depuración. Esto supone que, en Aqualia, con casi 700 000 000 m3/ año, el coste eléctrico puede superar los cincuenta millones de euros al año. Con solo rebajar un 10% el recibo eléctrico, se liberarían más de cinco millones de euros, que podríamos aplicar a nuestra actividad de I+D.

La sostenibilidad y la economía circular son dos de los conceptos que hemos incorporado a la I+D en el sector en los últimos tiempos

En este campo ya hemos descubierto procesos revolucionarios, como la desalación sostenible sin necesidad de electricidad (en el proyecto Mides), o el biocombustible a partir de las aguas residuales (proyecto All-gas), demostrando que el ciclo de agua puede ser autosuficiente en cuanto a la energía, y que las aguas residuales pueden mover coches. Estoy muy orgulloso de pasar cada semana por la EDAR La Gavia, en Madrid, para repostar mi coche CNG con biometano… y ser así un conductor más sostenible en Madrid.

En este 2020, y como consecuencia de la pandemia de la COVID-19, hemos asistido al auge de la epidemiología de las aguas residuales. ¿Cree que se va a consolidar esta práctica en el futuro?

Desde el inicio del confinamiento de marzo, nuestros servicios y laboratorios han estado colaborando con varias universidades para desarrollar metodologías de detección y seguimiento de la COVID en las aguas. Colaboramos con el programa del MITECO para la Vigilancia y Alerta Temprana de la COVID-19 en aguas residuales (proyecto VATar-COVID-19), con análisis semanales en plantas que operamos en Oviedo (EDAR Villapérez), Madrid (EDAR La Gavia) y la depuradora de Lérida.

  • "Estamos testando varios instrumentos online que podrían identificar riesgos para la calidad de las aguas de manera rápida y continua"
  • "La digitalización ya implantada ha permitido que durante el confinamiento siguiéramos prestando los servicios de agua sin incidencias"
  • "Sinceramente, no concibo trabajo más bonito, y a la vez útil, que el de contribuir a la gestión del agua, el bien más esencial"
  • "Tenemos tres líneas de trabajo en I+D: tecnologías disruptivas, optimización de tecnologías existentes y la transición digital"

Pese a todos estos esfuerzos, todavía no hay evidencias claras de una correlación suficiente entre carga viral en las aguas e incidencias en la salud de la población para utilizar la metodología como instrumento de detección anticipada. Sí que hemos observado que existen instrumentos analíticos muy potentes en medicina que queremos adaptar a nuestro sector para tener información más rápida y continua de la calidad microbiológica del agua. Me sorprendió mucho que con los nuevos test de anticuerpos COVID, en quince minutos se disponga de un resultado fiable sobre un “bicho” que nadie conocía hace un año. Sin embargo, en las analíticas de agua se tarda una semana en cultivar e identificar patógenos. Incluso el parámetro más común en agua residual, la DBO5, necesita cinco días de cultivo microbiológico… Por esta razón estamos testando una variedad de instrumentos online que pueden identificar riesgos de calidad de manera rápida y continua.

Hemos vivido un año en el que la digitalización se ha revelado como imprescindible en la gestión de servicios e infraestructuras. ¿Qué cree que nos deparará el futuro en cuánto a esta transformación digital?

La pandemia ha puesto a prueba la conectividad de las instalaciones del ciclo integral del agua. En nuestro caso, ya antes de la irrupción de la COVID disponíamos de los recursos digitales necesarios para el seguimiento y control de las cerca de mil plantas de tratamiento que gestionamos, las redes, y la comunicación con las decenas de millones de nuestros usuarios. Todo ello ha permitido que siguiéramos prestando los servicios de agua sin mayores incidencias y protegiendo tanto a los usuarios como a nuestro equipo.

Nuestro personal de I+D, que se encuentra repartido entre una decena de localizaciones ―entre Denia (Alicante), Tenerife, Almería, Vigo, Chiclana y Jerez (Cádiz), Oviedo, Toledo, Guijuelo (Salamanca) y Lérida― está ya muy habituado a trabajar en remoto.

Las inversiones ligadas al Green Deal pueden resultar decisivas para alcanzar el objetivo de una huella de carbono `zero’ en 2050

En estos meses, hemos recibido muchas propuestas de servicios digitales que se desarrollan en sectores con más valor añadido, como las redes de energía o de telecomunicaciones. Lo que sucede es que no siempre están justificados en nuestro sector, cuando un kg de “producto” vale 0,001 euros. Sí estamos muy interesados en herramientas interactivas como las aplicaciones móviles (app), que ya hemos implementado en varios servicios y que permiten un diálogo con los usuarios, así como definir con ellos los valores importantes y las ofertas a desarrollar.

¿Cómo valora la inversión en I+D+i que se realiza desde las diferentes administraciones (estatal, europea, local…) ¿Es suficiente o nos podemos quedar atrás respecto a otras áreas del planeta?

Durante los últimos años, hemos participado en más de diez proyectos del programa Life y otros tantos H2020. Anteriormente ya habíamos liderado dos proyectos FP7. Por todo ello siento que hemos encontrado un apoyo muy generoso de Europa. Para el futuro percibimos una determinación en continuar con este camino, gracias a los programas de Green Deal y la economía circular, que pueden resultar decisivos para alcanzar el objetivo de una huella de carbono “zero” en 2050.

Las empresas ayudamos a las administraciones a convertir las inversiones públicas en actividad económica, origen de empleo y prosperidad

Respecto a las ayudas españolas, hemos participado en programas regionales, que suelen ser más modestos, desarrollados en Andalucía, Asturias, Cantabria y Galicia. También hemos trabajado con el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) en los programas Cenit, innpronta y Cien… con lo que percibimos que la ayuda pública también es fuerte y sostenida en España. Lo que no siempre nos gustan son las condiciones, pero entendemos que el financiador tiene sus criterios y los aplica.

¿Qué papel juega la colaboración público-privada en la innovación en materia de agua? ¿Se trasladan los resultados obtenidos al mercado?

La colaboración pública-privada resulta esencial en la actividad de I+D. Las autoridades públicas son las que nos orientan en sus requerimientos y nos apoyan al cubrir ciertos riesgos con los programas de cofinanciación. Por su parte, las universidades generan ideas y recursos que nos facilitan la tarea del desarrollo. Como entidad privada colaboramos con las universidades para que puedan lanzar al mundo real sus “creaciones” de laboratorio y convertirlas así en soluciones reales a escala industrial. También ayudamos a las administraciones a convertir las inversiones públicas en actividad económica sostenible origen de empleo y prosperidad.

Lo que es más difícil es colocar una innovación en el mercado público, ya que en los concursos debe haber varios competidores y éste es un concepto contrario al de “patente propia”. En nuestra opinión la solución podría pasar por elaborar pliegos más abiertos que fijaran objetivos concretos, pero no el medio para alcanzarlos.

Finalmente, la investigación es un campo atractivo para muchos jóvenes que deciden ahora su futuro laboral. ¿Qué les diría para atraerlos a la industria del agua?

Sinceramente, no concibo trabajo más bonito, y a la vez útil, que el de contribuir a la gestión del agua, el bien más esencial, ya que nadie puede sobrevivir más de cien horas sin agua.

La realidad es que los principios básicos de nuestra industria son muy antiguos. Ya en la Biblia se cuenta cómo el profeta Eliseo limpiaba en Jericó el agua con sales (2 Reyes 2:18-22). También la tecnología de la depuración, los lodos activados, fue desarrollada hace más de cien años en Manchester, en la época de la máquina de vapor. Esa realidad hace que tengamos aún muchas cosas por mejorar en lo que se refiere a la gestión eficiente del agua, y nos hacen falta jóvenes con ganas de cambiar las cosas y transformar la tradicional operación de los servicios en “videojuegos” interactivos.

Diálogo con Frank Rogalla, director de innovación y tecnología de Aqualia