Ángeles Moreno Bau fue nombrada secretaria de Estado de Cooperación Internacional en el Consejo de Ministros celebrado el 4 de febrero de 2020. De esta forma, sustituía en el cargo a Juan Pablo de Laiglesia, que había dirigido la Secretaría de Estado durante los dieciocho meses anteriores.
Nacida en 1968 en Madrid, es licenciada en Derecho y pertenece a la Carrera Diplomática desde 1994. Ha desempeñado puestos en Rusia, Panamá, Egipto, Sierra Leona, México y Reino Unido, y ha sido subdirectora general adjunta de Cooperación y Promoción Cultural Exterior y Embajadora en Misión Especial para Asuntos Energéticos en el Ministerio de Asuntos Exteriores; subdirectora general de Relaciones Internacionales, Inmigración y Extranjería y directora general de Relaciones Internacionales y Extranjería en el Ministerio del Interior; directora del Gabinete de la Secretaria de Estado de Defensa; y directora del Gabinete del Secretario General de Presidencia del Gobierno. Desde julio de 2018 ocupaba el puesto de subsecretaria del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.
En esta extensa entrevista, detalla las claves de la cooperación española para proveer de servicios esenciales, como el agua y el saneamiento, a los países más necesitados, especialmente en las actuales circunstancias por la pandemia de COVID-19.
Pregunta: En primer lugar, esperamos que esta situación de emergencia no le esté afectando en el plano personal. ¿Cómo está afrontando este tiempo?
Respuesta: Como el resto de españoles, confinada en casa intentando compaginar mi vida personal con la profesional. Han sido meses de mucha actividad laboral haciendo uso de herramientas infrautilizadas hasta la fecha. En este sentido, el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación ha hecho un gran esfuerzo para facilitar el acceso al trabajo de sus empleados por medios telemáticos. El teletrabajo ha llegado para quedarse. No obstante, tendremos que afinar esta nueva modalidad laboral para que la conciliación sea una realidad y no una mera declaración de intenciones.
P.- ¿Cómo está impactando la crisis del coronavirus a los países menos desarrollados?
R.- La COVID-19 es una pandemia global; sin embargo, afecta de diversa manera a cada lugar y a cada persona. El grado de vulnerabilidad o fortaleza con que afrontarlo depende de las dimensiones económicas, sociales e institucionales de cada país. No todos tienen sistemas universales de salud ni de seguridad social fuertes. La desigualdad es también un factor de riesgo en este contexto: tanto entre países como en el interior de los mismos existen grupos sociales altamente frágiles.
A esto se une la escasez, y en ocasiones inexistencia de protección social y seguro de desempleo. Si bien muchos de los países socios de la Cooperación Española son relativamente jóvenes en comparación con la población de la OCDE, la capacidad de sus sistemas de salud es limitada, y gran parte de la población vive en la economía informal, por lo que el confinamiento se convierte además en una misión casi imposible.
Por otro lado, la magnitud del impacto del coronavirus está provocando una profunda crisis económica que nos lleva a un terreno desconocido en un escenario internacional que arrastraba ya graves carencias. Por ello, es necesario dar respuestas a nuevos modelos de desarrollo más cooperativos, sostenibles e inclusivos, y hacerlo a través de transformaciones sistémicas inaplazables con acciones colectivas y un reforzado esfuerzo de cooperación.
"La magnitud del impacto del coronavirus está provocando una profunda crisis económica que nos lleva a un terreno desconocido"
P.- ¿Cuál es el papel del acceso al abastecimiento y al saneamiento en relación a la salud global?
R.- El sector del agua, saneamiento e higiene (WASH, por sus siglas en inglés) es clave por su relación directa con la salud.
Las enfermedades relacionadas con el agua y la falta de acceso a agua potable provocan 3,5 millones de muertes cada año en el mundo. Desde la OMS, recuerdan cómo el lavado de manos con agua y jabón es la primera barrera contra el virus; por eso, en la lucha contra la COVID-19, resulta vital que la población disponga de estos servicios. El reto es inmenso: no olvidemos que 2.000 millones de personas todavía no cuentan con acceso a agua potable, y millones más no disfrutan de este servicio en sus hogares.
Sabemos que el agua potable, tratada con un adecuado sistema de desinfección, está libre de patógenos. De ahí la urgencia por promover espacios seguros de lavado de manos que permitan una higiene correcta, no solo en los hogares sino también en lugares públicos como centros de salud, hospitales, escuelas o mercados.
Asimismo, el tratamiento de las aguas residuales es esencial, sobre todo cuando aún se está estudiando la posible trasmisión del coronavirus a través de las mismas. Parece claro, no obstante, que los tratamientos de desinfección habituales sí son eficaces en la eliminación del virus.
Existen ciertas instalaciones donde la falta de agua o de baños dignos afecta de manera crítica, por ejemplo, los centros de salud. Según Unicef, uno de cada seis hospitales del mundo no dispone de retretes ni instalaciones para lavarse las manos en los puntos de atención donde los pacientes reciben tratamiento. Es imprescindible asegurar agua limpia, saneamiento y desinfección en los centros sanitarios; estamos hablando de proteger a los pacientes y a los profesionales que los cuidan, que nos cuidan en realidad a todos. Hay que prevenir mejor los contagios.
P.- Desde su experiencia y visión internacional, ¿qué aspectos hay que considerar en países con menor acceso a sistemas de agua y saneamiento?
R.- España participa en gran parte de los clústeres de agua, higiene y saneamiento que se han ido creando en diferentes países para canalizar la ayuda.
Las primeras medidas deben enfocarse en la preservación de la salud y el bienestar de todas las personas, con especial atención a las más vulnerables. Hay que realizar mapeos de puntos críticos donde reforzar suministros, hay que evitar cortar el servicio de agua o saneamiento a los hogares sin capacidad de desembolso y apostar por recuperar a las familias expulsadas del sistema ante la imposibilidad de afrontar pagos. Es necesario asegurar un volumen diario mínimo de agua potable para todos los hogares vulnerables que carecen de conexiones de ampliación a infraestructuras o de puntos de acopio. También deben valorarse soluciones individuales y colectivas para el buen uso de las aguas fecales sin tratar.
Algunos países ya están evaluando la posibilidad de establecer un consumo mínimo vital gratuito para las familias, ya que el coronavirus provoca un aumento considerable del uso de agua por el confinamiento y la necesidad de una mayor higiene.
Fuera de los hogares, se debe poner el foco en colectivos de mayor riesgo ante el coronavirus, como son las residencias de ancianos, los centros penitenciarios o albergues para migrantes.
Y no solo es necesario proporcionar el servicio, sino usarlo de la manera más óptima, por prevención y también para concienciarnos sobre la vital importancia de la higiene y lavado de manos, actividades que deben ir paralelas al uso eficiente del agua para que esté disponible para todos.
"Las enfermedades relacionadas con el agua y la falta de acceso a agua potable provocan 3,5 millones de muertes cada año en el mundo"
P.- Pero, ¿cómo se combina este enfoque con la necesaria sostenibilidad económica de los servicios de agua?
R.- La asistencia técnica a los proveedores de servicios hídricos es el instrumento apropiado. La Cooperación Española cuenta con gran experiencia en este ámbito. Es fundamental una buena gestión administrativa del agua, la formación en todos los aspectos financieros, operacionales, de planificación y mantenimiento. Algunos países ya están poniendo en marcha fondos especiales para garantizar la sostenibilidad económica a través de mejoras, rehabilitación y ampliación de las infraestructuras de agua y saneamiento por las necesidades específicas de la pandemia.
La calidad no puede retroceder; al contrario, debe reforzarse. Es prioritario seguir apoyando a los operadores del agua para una operación correcta, fortalecer la cadena de suministro de todos los productos y materiales necesarios para el funcionamiento, así como crear planes de protección para los trabajadores del agua frente al coronavirus.
P.- ¿Cómo está contribuyendo España a asegurar el acceso al agua y al saneamiento?
R.- En América Latina y el Caribe, España cuenta con un instrumento privilegiado que es el Fondo de Cooperación para Agua y Saneamiento, que desarrolla programas por valor de 1.600 millones de euros en dieciocho países de la región, de los que 800 millones son donaciones de España. Tres millones de personas han accedido a servicios de agua y a saneamiento de calidad en los últimos años; estamos seguros de que esto ha contribuido a salvar vidas.
Las aportaciones al sector se basan no solo en la cuantía de las donaciones, sino también en la capacidad técnica y de diálogo institucional, así como en la posibilidad de articular a los actores del agua a ambos lados del Atlántico. En los últimos años se han reforzado cuestiones clave, desde la gobernanza del sector y el fortalecimiento de los operadores y Juntas de Agua hasta la construcción de infraestructuras y capacitación y sensibilización en estos temas.
En este momento, España ha puesto a disposición de los países socios los recursos con los que cuenta el Fondo del Agua y se plantean medidas a corto y medio plazo, sin perder la perspectiva de desarrollo y siempre desde un enfoque de derechos humanos que no deje a nadie atrás.
"En América Latina y el Caribe, España cuenta con un instrumento privilegiado que es el Fondo de Cooperación para Agua y Saneamiento"
P.- ¿Qué medidas se han priorizado a corto y medio plazo?
R.- La Cooperación Española tiene como objetivo intervenir en zonas donde existe mayor vulnerabilidad, primando la eficacia.
Por un lado, se está reforzando el apoyo que ya existía para que los servicios de agua y saneamiento sigan funcionando, sobre todo en zonas vulnerables y rurales. Por otro, se están apoyando las respuestas de emergencia localizadas en barrios sin acceso a agua e instalando puntos de emergencia, incluso camiones cisterna de agua potable. También estamos estableciendo puntos de agua en centros de salud, escuelas, mercados, plazas públicas y residencias de mayores.
Otro aspecto es el refuerzo de operadores. Algunos países socios ya están valorando el modo de fortalecer los servicios públicos de agua y saneamiento ante la posible disminución de ingresos si las instituciones carecen de sistemas de cobro virtuales o no pueden afrontar la demora en los pagos. Por ejemplo, se está promocionando el pago por medios telefónicos y telemáticos.
Un asunto importante es el apoyo de las juntas comunitarias que gestionan los servicios de agua rurales y que impiden cortes a familias vulnerables por falta de pago. También se está promoviendo la conexión a los sistemas de agua y saneamiento para los hogares que carecen de ella. El agua, más que nunca, salva vidas.
Por último, desde la Cooperación Española impulsamos campañas de higiene y lavado de manos, el consumo responsable y la importancia de estar conectado a la red de alcantarillado. También estamos haciendo llegar materiales de protección básica contra el virus, como cloro o jabón.
Los fondos se están reorientando en la medida que lo permite nuestro marco normativo para afrontar la emergencia, pero es necesario, además, preparar el camino futuro a corto y medio plazo.
En las últimas semanas, nuestro país está reforzando su sistema de alianzas a través de iniciativas como “Agua y Saneamiento para todos”, una organización internacional que promueve convertir en política pública de los países el agua, el saneamiento y la higiene, así como asegurar una financiación adecuada e instituciones de gobernanza que materialicen el ODS 6 para 2030.
Un mundo con acceso a agua y a saneamiento es un mundo con más salud y, sin duda, mejor para todos.