Humedales artificiales, depuración por lagunaje, cubiertas de captación de agua de lluvia o sistemas de drenaje sostenible. Son soluciones sencillas que se basan en los procesos naturales relacionados con el ciclo del agua para mejorar y hacer más sostenibles las intervenciones relacionadas con el acceso al agua y al saneamiento.
Se trata de las denominadas Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN), a las que el borrador de VI Plan Director de la Cooperación Española 2023-2026 señala como una de las prioridades para avanzar en la lucha contra el cambio climático y el apoyo a la biodiversidad, un aspecto en el que la Unión Europea también pone el acento y a las que define como aquellas “inspiradas y respaldadas por la naturaleza; que son rentables, proporcionan beneficios ambientales, sociales y económicos, y ayudan a aumentar la resiliencia”. En el caso del agua y el saneamiento, hablamos de soluciones que utilizan o imitan los procesos naturales para contribuir a la gestión más eficiente de los recursos hídricos: ya sea en la recogida de lluvia, en los procesos de potabilización o en los de depuración.
“Infraestructuras verdes” y medidas naturales que pueden complementar a las infraestructuras “grises” tradicionales, reduciendo además los costes totales de los servicios. Para ello, lo más adecuado es “identificar el equilibrio más apropiado, rentable y sostenible entre la infraestructura gris y las SbN, teniendo en cuenta los múltiples objetivos y beneficios”, tal y como señala un informe de ONGAWA sobre esta cuestión.
Con este punto de partida, y teniendo en cuenta que el Fondo del Agua incorpora el enfoque de Gestión Integrada de Recursos Hídricos (GIRH) como una de las claves para una gestión eficiente y sostenible del agua, los programas del Fondo han trabajado por incorporar este tipo de soluciones en sus propuestas, con el objetivo de impulsar infraestructuras sostenibles y apoyar la protección de las fuentes y ecosistemas asociados al recurso hídrico.
Una de las primeras prácticas de este tipo fue el Programa Cisternas, implementado en Brasil entre los años 2010 y 2014, en la zona del semiárido, una región con un gran déficit hídrico. A través de esa iniciativa se construyeron más de 45.000 cisternas de recogida de agua de lluvia para las familias y las escuelas, logrando beneficiar a más de 300.000 personas. En la misma línea, en Santa Rosa de Copán, Honduras, se ha elaborado un estudio denominado Estrategia de Uso del Agua de Lluvia para incentivar la implementación de nuevas alternativas para la captación de agua a través de los techos o cubiertas de las viviendas, comercios e industrias, con el objetivo de aumentar la disponibilidad del recurso.
En el ámbito de depuración de las aguas residuales también se han realizado numerosas intervenciones incorporando las SbN. Así, se han implementado depuradoras con sistemas de lagunaje –grandes balsas en las que se reproduce el fenómeno de autodepuración que se genera de forma natural en los cuerpos de agua, gracias a la acción conjunta de microorganismos y la radiación solar, logrando la depuración de las aguas residuales-, y se han creado humedales artificiales: una solución de ingeniería que aprovecha los recursos de la naturaleza para limpiar los residuos del agua y funcionan con frecuencia como última fase de depuración de las aguas residuales. Se trata de un tipo de soluciones que se denominan tratamientos naturales o extensivos, que son más baratos en operación y mantenimiento que los tratamientos denominados intensivos (que incluye tratamientos con oxigenación mecánica o fisioquímicos), ya que no requieren consumo de energía eléctrica ni de reactivos químicos para su funcionamiento. Un ejemplo de este enfoque es el utilizado en la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Acoyapa (Chontales), en Nicaragua, en la que se instaló una laguna de drenaje y se creó además un humedal artificial.
Imagen del funcionamiento de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Acoyapa, en Nicaragua. La flecha de la izquierda indica el lugar de entrada de las aguas residuales, que después pasan por los diferentes procesos de depuración.
Por otro lado, se han llevado a cabo multitud de acciones de gestión forestal y revegetación, ya que mantener una adecuada gestión de bosques y humedales ayuda a aumentar la tasa de recarga de las aguas subterráneas y alivia la carga de las instalaciones de tratamiento de aguas (al reducir la cantidad de sedimentos y contaminantes que lleva el agua de origen). Así, por ejemplo, en El Salvador se ha impulsado la plantación de 2.000 árboles y barreras vivas, además de pozos de infiltración de agua y acequias, y la realización de un estudio de situación de la microcuenca del río Chanchigüe. Este tipo de actuaciones, aparte de favorecer la adaptación al cambio climático, al actuar sobre la regulación de las escorrentías superficiales, tiene un efecto doble por considerarse también una de las medidas estratégicas de mitigación.
De igual manera, se ha trabajado también en los sistemas urbanos de drenaje sostenible (conocidos como SUDS). Esta es la propuesta para la depuradora que se va a construir en Lemonade (Haití). Aquí, el objetivo es que tanto los caminos de acceso a la depuradora como los edificios administrativos que se van a construir para los operadores de los sistemas de agua, la superficie permita la infiltración del agua: es decir, que penetre y se filtre a la tierra. Esto tiene un doble beneficio: por un lado, el vital líquido vuelve a su origen y, por otro, los sistemas de drenaje que hay que implementar son menores, porque se reduce el agua en la superficie.
Son, en definitiva, medidas que copian los procesos de la Naturaleza y que, combinados con las infraestructuras tradicionales, ayudan a hacer más asequible y sostenible la gestión de los recursos hídricos, siempre escasos.