Los primeros cinco sistemas de suministro de agua potable alimentados por energía solar puestos en marcha por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, en los asentamientos de refugiados de Cox’s Bazar a lo largo de los últimos seis meses ya están funcionando a pleno rendimiento. Estos nuevos sistemas mejoran el suministro diario de agua segura y apta para el consumo para los refugiados rohingya que viven en los asentamientos superpoblados del sureste de Bangladesh.
Este proyecto, financiado por ACNUR, forma parte de un cambio más amplio en la respuesta humanitaria para promover un mayor uso de tecnologías verdes y no contaminantes.
Los nuevos sistemas de agua potable funcionan íntegramente con electricidad generada por paneles solares. Los sistemas de bombeo motorizados extraen agua de los recién instalados tanques de agua clorada con capacidad para 70.000 litros. Posteriormente el agua es bombeada a grifos colectivos ubicados estratégicamente a lo largo del asentamiento de Kutupalong-Balukhali. El objetivo de ACNUR es proveer diariamente 20 litros de agua potable a cada refugiado.
Más de 900.000 refugiados rohingya viven en 36 asentamientos diferentes en la región de Cox’s Bazar, siendo el agua un bien escaso en la mayoría de ellos. Durante la temporada seca, por ejemplo, la única solución para el asentamiento de Nayapara era llevar el agua en camiones cisterna, un proceso muy costoso. Para ACNUR ha supuesto un reto el lograr asegurar fuentes de agua potable para toda la población refugiada, que en su mayoría huyó hacia Bangladesh a finales de 2017. Por este motivo, ACNUR y sus socios redoblaron esfuerzos a lo largo de 2018 para dar respuesta a las enormes necesidades en materia de agua y saneamiento.
El uso de la energía solar ha permitido a la comunidad humanitaria reducir costes energéticos y emisiones de CO2. La cloración de agua en asentamientos de refugiados de este tamaño permite salvar vidas. Pruebas recientes han demostrado que la mayor parte de episodios de contaminación del agua potable tiene lugar durante la recogida, transporte y almacenaje a nivel doméstico.
La cloración de agua en asentamientos de refugiados de este tamaño permite salvar vidas
El agua clorada es apta para el consumo y elimina el riesgo de transmisión de enfermedades. Las anteriores fuentes hídricas, principalmente pozos con bombas manuales, estaban a menudo altamente contaminadas por aguas residuales que se habían infiltrado en los pozos.
Las cinco nuevas redes hídricas – finalizadas de forma conjunta por ACNUR, MSF, OXFAM y BRAC – actualmente proveen de agua potable a más de 40.000 refugiados. Otros 55.000 refugiados podrán beneficiarse, ya que ACNUR y sus agencias socias esperan poder instalar a lo largo del año en el campamento de refugiados de Kutapalong otras nueve redes hídricas alimentadas por energía solar, con un coste de 10 millones de dólares.
Los trabajos para suministrar agua potable suficiente a los refugiados en todos estos emplazamientos superpoblados han estado plagados de enormes retos, requiriendo la perforación de miles de pozos tubulares profundos y la construcción de redes hídricas, incluyendo la instalación de tuberías, embalses, canales, mecanismos de filtrado y sistemas de clorado.
A lo largo del 2018 ACNUR ha incrementado sus esfuerzos en materia de agua y saneamiento mediante la inversión en tecnologías verdes que ahorran energía y reducen la contaminación. También ha reforzado su equipo en Cox’s Bazar, trayendo más expertos y nuevos socios para construir embalses en los arroyos y crear así depósitos de agua de los cuales se podrá extraer agua clorada potable.
ACNUR ha estado trabajando en estrecha colaboración con el gobierno de Bangladesh para identificar fuentes de agua. Las autoridades han ayudado también mediante asesoramiento especializado y permisos para la construcción de pozos tubulares y otras estructuras como depósitos de agua, plantas de tratamiento de aguas, canalizaciones, tanques de almacenamiento de agua, sistemas de clorado y nuevos pozos con bombas manuales.