Tras meses sin escribir en mi blog, he considerado oportuno hacerlo en esta situación extraordinaria en la que nos encontramos y que ha hecho que nos veamos obligados a estar semanas y semanas las 24 horas del día metidos en casa. No voy a dar fechas, ni cifras, ni lugares ni eslóganes acerca del COVID-19. Esta terrible pandemia es algo extraordinario y vemos con peligro su avance día tras día, desde hace ya varias semanas.
Quiero aprovechar estas líneas para hacer de este artículo una breve reflexión ante la situación que vivimos y la nueva dimensión que esta pandemia puede traer consigo a nuestra sociedad, a nuestro entorno, a nuestra economía y lo enfocaré, como no podía ser de otra manera, en nuestro protagonista de siempre: el agua.
Empezaré por decir que el verano pasado, lancé una campaña en mi perfil de la red social Instagram con el título “El agua de todos”. Era un llamamiento a todos mis seguidores para que aprovechando las fechas estivales subieran fotografías y vídeos desde sus lugares de vacaciones. La campaña tenía dos requisitos: La fotografía o vídeo tenía que tener al agua como protagonista (un río, un mar, una fuente, una cascada…) y la fotografía debía ir acompañada de un mensaje a modo de conciencia social sobre el agua. Recibí más de 100 fotografías en apenas mes y medio. Un éxito total (podéis seguirme y verlo en historias destacadas Waterpeople).
Y os menciono esta campaña, porque esta situación nos hace reflexionar sobre ello nuevamente. Salir de vacaciones y anhelar un paisaje, un lugar especial, bañarse en el mar o en el río, o simplemente darse una vuelta por aquel arroyo que tan buenos recuerdos te trae. Este periodo puede servirnos como la oportunidad perfecta para sensibilizarnos acerca de lo que teníamos y no cuidábamos, de lo que nos ofrece la naturaleza y no valoramos, y de todo lo que damos por supuesto y que el planeta nos ofrece gratuitamente.
El confinamiento ofrece un tiempo de reflexión para aumentar nuestra conciencia social sobre el cuidado del agua
Otra de las reflexiones que nos permite vivir este tiempo de confinamiento es recordar la campaña puesta en marcha con gran acierto acerca de fomentar el agua de grifo. Conozco gente que ahora no le ha quedado más remedio que beberla, y en ciudades como Madrid tenemos la suerte de tener un agua de calidad excelente. No hay mal que por bien no venga. Lo de comprar agua embotellada en Madrid no tiene explicación lógica alguna y resulta absurdo teniendo un agua de grifo más económica, más accesible y de mejor calidad. Sus bolsillos lo están agradeciendo.
El confinamiento nos da la oportunidad de reforzar el papel del agua de grifo en nuestros hábitos diarios
Otra de las reflexiones que me ronda la cabeza con esta pandemia es a nivel de gestión gubernamental. Ahora que está tan de actualidad el feminismo, y que cada vez se hace más esencial su inclusión en todos los ámbitos de nuestro día a día y de nuestra vida, lanzo el concepto de “hidro-feminismo”, entendiéndose como la necesidad de darle la misma importancia al agua estemos donde estemos en cualquier rincón del mundo. El agua de Uganda, el agua de Brasil o el agua de Austria es agua. Es vida. Es recurso vital. Prohibido su despilfarro. Ricos o pobres, ciudadanos del hemisferio norte o del hemisferio sur, somos agua en nuestra mayoría. Al hilo de ello, quizás ha llegado el momento de implantar una normativa estatal o comunitaria que regule tasas por servicios ambientales para turistas, de manera que aprovechando el turismo como fuente de ingresos en nuestro país, incluyamos una “tasa de recursos” para que los turistas extranjeros que vengan a España le den la importancia vital de cuidar el consumo del agua y de disfrutar de un agua de calidad y cantidad excelente como tenemos en nuestro país. En nuestra Constitución Española, está regulado en el artículo 45 el deber de proteger, conservar y restaurar el patrimonio natural pero si queremos seguir disfrutando de él, y que el turismo no sea una fuente de ingresos que ponga en riesgo nuestros recursos, una medida para concienciar sería el pago de una tasa a cambio de disfrutarlo de forma responsable y sostenible.
El agua, estemos donde estemos, debemos cuidarla. Importancia sobresaliente. Despilfarro cero
Lo que queda claro, y ya con ello acabo esta reflexión, es que la prevención una vez más es la clave y la mejor medida para frenar catástrofes (“Más vale prevenir que curar…”). Pedir responsabilidades y coherencia a los gobernantes se antoja fundamental para que puedan diseñar políticas públicas que mejoren nuestra vida, potencien nuestros recursos y fomenten hábitos saludables, sostenibles y responsables. El agua no esquiva de todos estos problemas, sino que más que nunca es eje fundamental sobre el que pivota nuestra vida. Ese y el de tomar conciencia llevando a cabo medidas sostenibles. Ahora con las redes sociales todo es más sencillo.
Por tanto, tenemos dos opciones en este periodo que vivimos. Podemos optar por estar confinados, encerrados para siempre y ser huecos en medidas y soluciones, dejar que los días pasen y no tomemos conciencia ni medidas y vayamos a la deriva, o por el contrario, estar confiados para que el retorno a las calles no sea una mera vuelta a la normalidad sino la oportunidad de poner en práctica todo aquello de lo que hemos reflexionado durante este periodo. ¿Confinado o confiado? Tú de quien eres.
Ánimo a todos, a vuestras familias y seres queridos. Saldremos más fuertes, mejor preparados y la Tierra, sin duda, nos lo agradecerá.