El 25 de septiembre de 2015, 193 países se comprometieron con el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y sus 169 metas que conforman la Agenda 2030. Estos objetivos persiguen lograr la igualdad entre las personas, proteger el planeta y asegurar la prosperidad.
Se trata sin duda de la mejor hoja de ruta posible para la humanidad en este momento de crisis global sanitaria y ambiental a la que nos enfrentamos. Se nos presenta con un nuevo enfoque, como una visión holística con la que hacer frente a los grandes desafíos actuales.
El mayor reto de la Agenda 2030 es hallar el equilibrio que permita satisfacer las necesidades de mayor crecimiento e incremento de la producción y, al mismo tiempo, comprometerse a reducir el impacto medioambiental y las desigualdades socioeconómicas. Una de sus grandes virtudes es que los ODS no se pueden afrontar como elementos aislados, sino que cada uno de ellos se debe abordar vinculándolo a los otros objetivos y metas. Esto supone un cambio de mentalidad y de paradigma, otra manera de hacer las cosas.
Además, se basa en los principios de transversalidad, interrelación de objetivos, responsabilidad compartida, subsidiariedad, localización y apropiación y evaluación y rendición de cuentas.
Y en el centro de esta ambiciosa Agenda, está el agua, que fluye y se relaciona con todos los elementos vitales. Cuenta con un ODS específico, el ODS 6 Agua limpia y saneamiento, centrado en garantizar la disponibilidad de agua y saneamiento para todos, y abarca también otros aspectos como la higiene, la gestión de las cuencas fluviales con especial énfasis en la gestión integrada de los recursos hídricos, y los aspectos ambientales relacionados, con especial atención a la adaptación a los escenarios de cambio climático que se plantean.
Es en la gobernabilidad de los recursos hídricos donde radica la verdadera crisis del agua y no en la escasez o abundancia del recurso
El principal desafío al que se enfrenta la humanidad es gestionar el agua de manera sostenible, es decir: gobernar los recursos hídricos con justicia, eficiencia, solidaridad e inclusión, sin dejar a nadie atrás.
El 2° Informe sobre la Situación de los Recursos Hídricos en el Mundo de UNESCO (Agua para un Mundo Sostenible, 2015) reconoce que es en la gobernabilidad de los recursos hídricos, donde radica la verdadera crisis del agua y no tanto en la escasez o abundancia del recurso.
Por lo tanto, es necesario poner el foco y todos los esfuerzos en reducir las brechas de gobernabilidad de las políticas del agua que, como elemento transversal, también requieren de coordinación con el resto de las políticas sectoriales y organismos competentes. Aquí el ODS 17 Alianzas es una pieza clave del puzle.
La ONU, consciente de que queda mucho por hacer para alcanzar las metas establecidas para el ODS 6, plantea un marco para activarlo a través de cinco aceleradores:
En primer lugar, la financiación optimizada, fundamental para que los recursos respalden los planes nacionales; en segundo lugar, los datos y la información, que apuntan a los recursos y miden el progreso; en tercer lugar el desarrollo de capacidades, una fuerza laboral más cualificada mejora los niveles de servicio y aumenta la creación y retención de empleos en el sector del agua; en cuarto lugar la innovación, donde las nuevas prácticas y tecnologías inteligentes mejorarán la gestión de los recursos de agua y saneamiento y la prestación de servicios; y finalmente la gobernanza, pues la colaboración entre las autoridades competentes y sectores relacionados hará que el ODS 6 sea asunto de todos.
Su éxito dependerá, en gran medida, de la capacidad de los distintos actores de entender el potencial del nuevo paradigma y de su voluntad de asumir, defender e impulsar este programa propuesto por las Naciones Unidas. Sin duda, las alianzas entre el sector público, el privado y la sociedad civil tendrán un papel protagonista.
Nosotros como individuos también podemos contribuir e inspirar a los demás con nuestras acciones diarias. Para ello, todos y, entre todos, debemos pasar a la acción, esta próxima década será clave para alcanzar los retos del agua que nos plantea la Agenda 2030.