Los sulfuros, entre los que destaca la pirita, son minerales estables cuando permanecen enterrados en el subsuelo. Sin embargo, si se extraen y se ponen en contacto con oxígeno, generan aguas ácidas que contienen elevadas concentraciones de hierro, zinc, plomo, arsénico, cadmio y muchos otros elementos tóxicos.
En los años 90 se realizó el proyecto de construcción de un embalse, la presa de Alcolea, en el tramo final del río Odiel. Sin embargo, los trabajos no se iniciaron hasta 2012 por las dudas sobre la calidad del agua embalsada. En 2017, cuando se había ejecutado el 24 % de los trabajos previstos, se paralizó la obra por desacuerdos de la Administración con las empresas concesionarias.
En los últimos años, se ha reavivado el debate sobre si se debe finalizar esta importante infraestructura hidráulica, que almacenaría 246 hm³ de agua (246 000 millones de litros) y permitiría regar unas 20 000 hectáreas. Su presupuesto es de más de 160 millones de euros, incluyendo el canal de Trigueros, necesario para conducir el agua hasta las zonas agrícolas.
En la actualidad, hay varias minas activas en la Faja Pirítica que cuentan con los medios y tecnología para prevenir la generación de aguas ácidas de mina, o tratarlas una vez que se han producido. El problema es la minería histórica, que ha dejado un legado de numerosas minas abandonadas con grandes volúmenes de residuos ricos en sulfuros.
Como consecuencia, la mayoría de los cursos fluviales de la cuenca del Odiel presentan aguas ácidas y elevadas concentraciones de metales. En estas corrientes no existen peces, sólo microorganismos acidófilos adaptados a estas especiales condiciones. Aunque el río Tinto es mucho más conocido, el Odiel transporta muchos más contaminantes hasta la ría de Huelva debido a su mayor caudal.
¿Será adecuada la calidad del agua del embalse?
Estando el río Odiel intensamente contaminado en la zona donde se localiza la presa de Alcolea, cabe preguntarse si el embalse tendrá un agua de buena calidad. Hay que tener en cuenta que en los embalses se produce un efecto de dilución debido a las avenidas, al mezclarse las aguas ácidas con un gran volumen de aguas de escorrentía superficial que se genera durante los periodos de fuertes precipitaciones. Si esta dilución es lo suficientemente intensa, se produce una elevación del pH y, como consecuencia, la precipitación y sedimentación de los metales en el fondo del embalse.
Así, existen algunos embalses de la Faja Pirítica Ibérica que reciben aguas ácidas y presentan aguas con valores de pH neutro y calidad aceptable, como el Olivargas, el Andévalo y el Chanza. Por el contrario, también existen embalses que almacenan aguas ácidas, como el del Sancho (de 58 hm³ de capacidad). Este último tiene un valor de pH próximo a 3,6 y elevadas concentraciones de metales tóxicos.
¿De qué depende que un embalse que recibe aguas ácidas tenga buena calidad del agua o no? La respuesta es simple: de la cantidad de acidez que reciba.
Los embalses de Olivargas, Andévalo y Chanza reciben pequeños tributarios con aguas ácidas, pero los cursos principales que los alimentan aportan grandes volúmenes de aguas de buena calidad que neutralizan la acidez. Por el contrario, el principal aporte al embalse del Sancho es el río Meca, que está profundamente afectado por vertidos ácidos, de forma que el agua transportada por otros afluentes menores no es suficiente para neutralizar la acidez.
Los estudios que nuestro grupo de investigación lleva realizando desde hace 20 años indican que, en las condiciones actuales, el agua del embalse de Alcolea sería parecida a la que tiene el embalse del Sancho. Es decir, ácida y con concentraciones tóxicas de metales. Ello implica que no podría ser utilizada para regadío ni abastecimiento urbano o industrial sin un costoso tratamiento de neutralización. Para obtener un agua con valores de pH neutro y una calidad aceptable en Alcolea se debería eliminar el 70 % de los vertidos de aguas ácidas de las minas abandonadas.
Restauración de la cuenca del río Odiel
Los lixiviados –aguas cargadas de contaminantes– que se generan en los residuos mineros de la Faja Pirítica presentan condiciones extremas de acidez y contenido metálico. Por ello, las medidas para reducir los vertidos mineros son complejas, costosas económicamente y se deben realizar de una forma progresiva para asegurar su eficiencia.
Entre las posibles actuaciones destacan las siguientes:
Aislar las escombreras con materiales impermeables para impedir que el agua de lluvia y el oxígeno se pongan en contacto con los sulfuros y generen aguas ácidas.
Desviar los cursos de aguas superficiales que entran en las zonas mineras para minimizar la producción de lixiviados ácidos.
Tratar los lixiviados con métodos de tratamiento pasivo especialmente desarrollados para las aguas ácidas de la Faja Pirítica Ibérica, como la tecnología DAS (sustrato alcalino disperso). Este sistema se basa en hacer pasar el agua por una mezcla de arena caliza, que aumenta el pH y en consecuencia provoca la precipitación de metales, junto con un material inerte (como virutas de madera) que proporciona una elevada permeabilidad.
En el actual Plan Hidrológico del Tinto-Odiel-Piedras está prevista una inversión de 92 millones de euros antes de 2028 para una primera fase de restauración. Además, se estima que serán necesarios otros 220 millones para fases posteriores. Sin embargo, estamos casi a finales del año 2024 y apenas se han iniciado los trabajos.
Es necesario poner en marcha estas inversiones urgentemente para garantizar que el embalse de Alcolea tenga un agua de buena calidad. Además, estamos obligados a que los cursos fluviales de la cuenca del Odiel recuperen un buen estado ecológico, de forma que todos podamos volver a disfrutar de unos ríos con vida.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.