El agua es, sin duda, imprescindible para la vida, es un bien esencial y estratégico para nuestro desarrollo y bienestar como sociedad. Pero el río quiere ser río y por eso también quiere agua, porque sin unos caudales mínimos los ecosistemas fluviales no pueden preservarse ni garantizar la vida de los peces y del resto de la biodiversidad que los conforma.
Gestionar el agua y los ríos es sobre todo gestionar un equilibrio. Un equilibrio imprescindible para poder atender nuestras necesidades, pero también las del medio ambiente.
A partir del 1 de junio se implantarán en las cuencas internas catalanas los caudales ambientales obligatorios en un 50% de los tramos fluviales y, a partir de 2020, esta obligatoriedad se extiende a la totalidad de los ríos
En Cataluña hay una escasez en términos de recursos hídricos, podríamos decir, simplificando, que del orden de cien veces menos recursos que en el centro de Europa. Resulta desalentador comparar la escasez de los caudales de nuestros ríos como el Ter o el Llobregat, que suelen llevar entre 12 y 20 metros cúbicos por segundo (m3/s) comparados con ríos como el Ródano y el Po, que llevan 1.500 m3 / s, o los de los gigantes del centro de Europa, como el Danubio y el Rin, con más de 2.000 m3/s.
El cambio climático, una evidencia ya innegable, añade aún más presión a la escasez y aleatoriedad de nuestros ríos los cuales, especialmente en las cuencas internas a diferencia de otras cuencas en Europa, ya son bastante vulnerables por su reducida dimensión y sus caudales circulantes aleatorios o, en algunos casos, nulos por falta de precipitación. Podríamos entrar ahora en el debate sobre los ríos temporales (los que se secan en las épocas de estiaje) pero temporales o no, los datos científicos son bastante preocupantes.
Ríos como el Ter y el Llobregat suelen llevar caudales de entre 12 y 20 m3/s, muy reducidos si los comparamos con los grandes ríos europeos como el Ródano (1.500 m3/s) y el Danubio y el Rin (2.000 m3/s)
El volumen de agua que circula por nuestros ríos ha disminuido bastante, casi a la mitad en algunos casos, durante las últimas décadas. Y eso, no irá a mejor por efecto del impacto del cambio climático. El incremento de la temperatura, la irregularidad pluviométrica y los periodos recurrentes de sequía o el crecimiento sin control de la masa forestal que también es consumidora de agua si no se gestiona de manera sostenible son las principales causas. Los cursos de nuestros ríos verán aún más reducido su caudal circulante en el futuro, calculando que en más de un 30%, mientras sube la demografía y las demandas de agua para los diferentes usos.
De ahí la imperiosa necesidad de reorientar la forma en que gestionamos el agua, la que tenemos ahora y la que tendremos en el futuro; de aprovechar la innovación y las nuevas tecnologías para crear agua nueva, para incrementar la garantía; analizar qué hacemos para preservar nuestros ríos y garantizar los diferentes usos sin comprometer nuestro capital más preciado, o ver cómo somos capaces de ser cada vez más y más eficientes y sostenibles en términos de consumo de agua sea por el consumo doméstico como, sobre todo, para el riego agrario.
Volviendo al principio, el río también quiere agua, quiere los denominados caudales ambientales. Estos, durante el mes de junio, en Cataluña, se empezarán a implantar por primera vez de manera generalizada. Esto se hará en dos fases, comenzando en 2018 en el 50% de los ríos de las cuencas internas que tienen alguna figura de protección ambiental y el resto hasta el 2020. Así lo recoge la planificación hidrológica con la que nos hemos dotado como país desde el 2006 con la aprobación del Plan sectorial de caudales de mantenimiento, primero, y ahora con el Plan de gestión de las cuencas internas, aprobado el año pasado, y así lo reclama la propia Directiva marco del agua. Los largamente reclamados caudales incorporan de manera generalizada y obligatoria por ley, algo que hasta ahora sólo se había hecho en casos muy singulares.
Esta medida se orienta a la sostenibilidad de nuestros recursos hídricos y garantizando el equulibrio entre los diferentes usos
Cataluña se convierte, una vez más, en impulsora de políticas estratégicas y medidas orientadas, en este caso, a la sostenibilidad de nuestros recursos hídricos y este es un objetivo común en el que estamos llamados todos y todas: administraciones, ciudadanía, empresas y entidades.
El río también quiere agua para sentirse río y por eso tenemos que ser capaces de gestionar el agua desde la perspectiva de este necesario equilibrio entre los diferentes usos, también el ambiental y devolverle lo que necesita. Es nuestro deber y al mismo tiempo nuestra responsabilidad como sociedad medioambientalmente madura.