El movimiento medio ambiental tiene una institucionalidad bastante dispersa y sectorizada, es decir, existen cientos de ONG o grupos locales, que están tratando de influenciar la toma de decisiones de empresas y estados para proteger el medio ambiente, pero también es cierto que es bastante sectorizada y algunas se dedican a temas particulares como, los ríos, bosques, agua, biodiversidad, mar, suelo, aire, etc., y llevan varias décadas dedicando su esfuerzo a denunciar, exigir, difundir y demostrar que el modelo de desarrollo que tenemos está acabando con el planeta, con la degradación de los ecosistemas y la afectación de la biodiversidad. En este sentido, las ONG han cumplido una importante y efectiva labor, a diferencia de los partidos políticos y los gobiernos que no han tomado este desafío, por su foco de interés que no se los permite y su formación ideológica obsoleta, no cuenta con una visión sólida medioambiental.
Las crisis globales y locales como la social que estamos viviendo, están cambiando las convicciones y algunas actitudes del homosapiens en la sociedad, transformándose en una oportunidad de cambios más estructurales en lo social, económico y medioambiental
Algunos sectores ecologistas, ponen el foco central en la degradación del planeta, desplazando al ser humano al rol de “culpable” del deterioro planetario o el de una especie más de la jungla terrícola. Esta mirada, que algunos definen como bio-centrismo, le cuesta más unir adecuadamente las dos crisis, ambiental y social, dejando los temas de pobreza o desigualdad fuera de la primera línea de su visión y de su discursos, reconocen una relación pero muy secundaria. Por otra parte, existe otra mirada ambiental, bastante minoritarias, que pone en el centro de su visión al ser humano y su entorno, se denomina “antropo-centrismo”. El entorno engloba la relación del ser humano y los hogares con el medio circundante, siendo relevante en la medida que los hogares no solo viven dentro de sus viviendas, sino que “habitan” el espacio más allá de éstas (Espinoza et al., 2016, p.8). Esta mirada, conecta de mejor manera la relación entre la pobreza, la desigualdad o justicia social con el medio ambiente. Sin embargo, ambas posiciones no tienen en su discurso la priorización de la degradación social o de las personas, con esto no estoy insinuando que medioambiente y pobreza son opciones distintas y hay que elegir, no, me refiero que ambos conceptos tienen orígenes que comparten, como el modelo de desarrollo y de producción, el consumismo, el mercado libre, etc.
El discurso ambiental no ha podido construir un relato que pueda identificar que una sociedad que destruye el medioambiente, también produce pobreza y desigualdad, porque ambos responde al incentivo económico productivista, donde el objetivo es crear riqueza solo para el inversionista y la tasa de rentabilidad no refleja los efectos ambientales y sociales[1] como la vulnerabilidad y pobreza
Existen pocos estudios de las últimas décadas que relacionen estos temas y está muy ausente en los debates y discursos de políticos y ecologistas. Uno de los estudios[2], indica que las políticas dirigidas a reducir las causas y los efectos del deterioro medioambiental tienen el potencial de perjudicar a las personas en situación de pobreza y vulnerabilidad cuando son diseñadas sin considerar criterios de equidad y justicia medioambiental, es decir, sin contemplar la decisión de todos los posibles afectados sobre cómo deben distribuirse las cargas y los beneficios de esas políticas (Olsson et al., 2014; Robinson & Shine, 2018)
Las comunidades vulnerables tienen otras prioridades antes que las ecológicas, la subsistencia no da tegua, pero además, esta distancia tiene que ver con los contenidos ambientales, que mucha gente no logra comprender por qué requieren de un conocimiento especializado y de un manejo conceptual previo, que tienen su origen en especialidades científicas, que crean un lenguaje propio, creando barreras comunicacionales con la población en general. Por otra parte, las ONG o Fundaciones de este tipo que tienen capacidad de influenciar al poder, en su mayoría son dirigidas por profesionales de las elites, esto no las hace ser mejores o peores, pero si, las distancia de las vivencias de los sectores más vulnerables. Estas organizaciones no están ajena a las estructuras de poder en la sociedad y así como los partidos políticos se alejaron de la población y de las comunidades, también les puede suceder a las ONG si están focalizados solo en el planeta.
Con esta separación conceptual (pobreza y medio ambiente), pareciera que ya no bastaría exigir que una sociedad o empresa sea sostenible si no incluimos la superación de la pobreza y la igualdad de las personas. No es solo la degradación del planeta lo que nos tiene en estas crisis globales, también existe la degradación social y no es casual que estas crisis se den juntas, al menos la ambiental y social es producto de sus orígenes compartidos
En el libro “La tragedia ambiental de América Latina y el Caribe” que fue publicado para 38° sesiones de la CEPAL de este año 2020, su autor afirma “también es verdad que el concepto de sostenibilidad, e incluso el de desarrollo sostenible, ha sido manipulado para asegurar la permanencia en el tiempo de cualquier negocio o empresa y para que los Gobiernos acepten el concepto de desarrollo sostenible como una modificación adjetiva del neoliberalismo o del izquierdismo”.
¿Dónde está el límite de lo ambiental en relación a la persona como una especie más del planeta? ¿Qué relación existe entre la pobreza y el medio ambiente? ¿Puede un país o sociedad o empresa ser sostenible si tiene una parte de la población en pobreza?
Las empresas B, que no son perfectas, marcan una diferencia en este sentido, ellas no requieren autonomizarse sostenible, lo son por definición, por el sentido que tiene su modelo de negocios con el medio ambiente y el compromiso con las personas o las comunidades. Tan importante como lo ambiental en una sociedad lo es el trato justo, la igualdad de oportunidades, condiciones de trabajo, educación y salud adecuadas, no es suficiente exigir una sociedad, país o continente sostenible, si no se considera la superación de la pobreza y la desigualdad social.