Si continuamos poniendo cifras encima de la mesa, debemos destacar que a nivel mundial, las empresas de gestión gastan casi 184.000 millones de dólares cada año en relación al suministro de agua, únicamente en gastos de energía hablamos de 14.000 millones de dólares en actuaciones de bombeo e impulsión por las redes de suministro de todo el mundo.
A la concepción de derecho-recurso del agua debemos hacerle frente con la combinación de otros aspectos de gran calado social, las infraestructuras, las inversiones y la solidaridad.
Las infraestructuras deben ser acordes a nuestro tiempo, deben permitir dar respuesta a una gestión cada vez más eficiente y efectiva de este recurso y al mismo tiempo posibilitar la racionalización en el tratamiento y uso del mismo.
Las inversiones, un gran dilema, cuando nos encontramos en niveles de reservas hídricas de mínimos históricos nos “rasgamos las vestiduras”, todo se convierte en una visión pesimista y hasta apocalíptica de que nos falte agua para los quehaceres diarios de la sociedad. Tras un periodo de lluvias que incrementan dichas reservas parece que el problema ha desaparecido, ya no aparecen titulares de prensa sensacionalistas, ya no aparecen los impactos negativos en los cultivos, ya no aparece la preocupación, pero el problema sigue latente, nos encontramos con un recurso limitado que conlleva una política racional de inversiones tanto para el presente como para las generaciones venideras.
La solidaridad, como ya se ha comentado en una entrada anterior de este blog en cuanto a la cifra que se manejan de población que vivirán en zonas de falta de agua, tenemos y debemos tener una visión global y local de dicha solidaridad, tal vez un nuestro lugar de residencia no tengamos problemas de suministro, o las tarifas de abastecimiento sean muy o excesivamente bajas, ante ello debemos abrir nuestros ojos y pensar que con nuestra aportación diaria en consumos innecesarios e incluso actuaciones que se podrían calificar hasta de derroche puedan salvar vidas. Una planificación hídrica y concienciación solidarias son determinantes para poder poner nuestro granito de arena en la conservación de este recurso.
Las soluciones están en nuestras manos, políticos, gestores, fabricantes del sector, ciudadanos en definitiva en toda la sociedad, debemos concienciarnos y concienciar en el uso racional de este vital recurso, por nosotros, por las próximas generaciones, el entorno que tenemos no es de nuestra propiedad, el entorno lo tenemos “alquilado por un tiempo”, pensemos en el futuro y el impacto negativo que nosotros podemos dar en dicho futuro.
