Hoy he tenido el honor de participar en la presentación del libro de José Lostao Camón, “El trasvase del Ebro y el futuro de Aragón”, en el Instituto de la Ingeniería de España, en Madrid. El libro presenta el problema de los trasvases en España, y en particular el trasvase del Ebro, de una forma metódica, analítica y muy bien ordenada en su contexto de Aragón.
Uno de los grandes problemas que existen actualmente en el sector del agua y, en otros tantos en España, es la superficialidad con la que se afrontan la mayoría de las políticas, condicionadas por el corto plazo de las agendas electorales, con intereses meramente partidistas, y la debilidad de la defensa de las competencias del Estado mercadeando con las CCAA para temas de estado de gran importancia, como es el agua.
El sector del agua en España ha sufrido además durante décadas la dejadez y el abandono por parte de los gobiernos. Es incomprensible, que un país que año tras año afronta fenómenos extremos como la sequía y las inundaciones, no tenga el agua en su agenda política. Y ya no solo porque estos fenómenos supongan una problemática medioambiental y social, sino porque es un tema que cuesta millones de euros cada año a los españoles y que podría evitarse con medidas preventivas.
El libro profundiza en varios temas muy interesantes de la industria del agua, pero en este artículo me gustaría incidir en tres de ellas que están estrechamente relacionadas con mi visión sobre los recursos de agua no convencional.
1. El agua y el desarrollo
Sin duda, la existencia de fuentes de agua convencional permanentes y sostenibles es una de las razones (si no la razón primordial) para que se establezca el asentamiento de una comunidad en un territorio. Por ello, es fundamental conocer las necesidades de la población y su futuro crecimiento, para que estas fuentes estén aseguradas y protegidas. Ante el problema real de la despoblación en España y su abandono institucional, las políticas de colonización que José explica en su libro, son prueba evidente de que con la implementación de herramientas en poblaciones agrupadas entorno a los territorios, se pueden establecer mejoras en el regadío, seguido de la promoción de productos agrícolas y otros sectores como el gastronómico o el turístico.
2. La necesidad de un plan hidrológico realista con una visión a largo plazo
La garantía del suministro de agua a largo plazo o el crecimiento futuro de las poblaciones son temas que no deberían tener color político y que exigen un consenso fuera de las agendas partidistas. Es imprescindible establecer un plan hidrológico a largo plazo que estudie las fuentes de agua reales, las necesidades del recurso para usos urbanos, agrícolas e industriales (actuales y futuras), y establecer los “caudales sobrantes” para poder repartir y garantizar el agua aguas arriba o aguas abajo como pilar de solidaridad con otras comunidades autónomas, sobre todo en aquellas que tienen más déficit.
En mi carrera internacional he podido conocer este tipo de planes a largo plazo en muchos países, los cuales han obtenido exitosos resultados a 10, 15 ó 20 años. Países como Arabia Saudí, Argelia o China han podido resolver sus graves problemas estructurales gracias a la voluntad política. El plan de desalación de la costa argelina, por ejemplo, hizo posible la fijación de la población en la costa y su crecimiento, así como los planes de reutilización de Singapur, Israel o California.
En España, consumimos anualmente 20.000 Hm3 al año, donde el prácticamente 75% va destinado al sector agrícola y el resto, unos 5.000 Hm3 se utilizan para usos industriales y urbanos. Solo una parte pequeña es necesaria para garantizar las necesidades de agua potable y el uso doméstico del agua en los hogares, inferior al 5%.
En España disponemos de unos recursos renovables anuales medios de 30.000 Hm3, que sería suficiente para cubrir todas estas necesidades si no fuera porque:
- No es constante cada año.
- No es uniforme geográficamente.
- Tiene una capacidad limitada de almacenamiento de 56.000 Hm3, que garantizaría el suministro para 2,8 años (aunque la realidad es que no llega a los 1,5 años, ya que tenemos un nivel medio de almacenamiento del 55%). Actualmente estamos al 43,6% de almacenamiento con 24.251 Hm3 y la media de los 10 últimos años ha sido de 30.034 Hm3.
La realidad es que muchas regiones en España sufren de un constante estrés hídrico y severas restricciones en el suministro, lo que alerta del recrudecimiento de la situación.
Además, en España tenemos que resolver aún varios problemas como:
- La adecuación de muchas plantas de aguas residuales a la normativa de vertido europea y por las que ya estamos pagando penalidades.
- El incremento de la capacidad de regeneración de agua (que apenas llega al 11%).
- La renovación de las infraestructuras antiguas para que se pueda optimizar su gestión y reducir los costes por pérdidas de producción.
Y otros tantos como establecer una política más transparente a la hora de estructurar los costes reales del agua, pero éste ya es otro debate.
3. Uso de recursos no convencionales como complemento a la gestión del agua
Estando en línea con las propuestas de José desde la perspectiva de gestión del agua en cuenca, me gustaría añadir a la ecuación el uso de recursos no convencionales como medida alternativa y complementaria.
Los recursos de agua no convencional, como la desalación y el reúso, son soluciones tecnológicas y una alternativa real para los distintos usos del agua. La desalación en España supone solo un 0,5 % del recurso disponible, cuando en países como Arabia Saudí llega hasta el 90%. El problema es que este dato es el mismo sean cuales sean las condiciones climáticas, lo cual es crítico para aquellas poblaciones que sufren constantes sequías y no tienen otra alternativa o fuentes de recurso, como son nuestros archipiélagos o las zonas costeras del Mediterráneo.
La desalación en España supone solo un 0,5 % del recurso disponible
Por otro lado, en España se reutiliza tan solo el 11% del agua tratada (si bien existen diferencias entre poblaciones como por ejemplo Murcia que ya reutiliza un 25%) y eso que fuimos pioneros junto a otros países, que ya hoy en día, nos han adelantado. Israel reutiliza el 90% de sus aguas residuales, Singapur el 60% y California el 85%. Un incremento sustantivo en este campo no solo ayudaría a resolver el problema de vertido anteriormente mencionado, si no aumentaría la cantidad de recursos disponibles. Si replicásemos el modelo de Israel, aportaríamos casi 4.000 Hm3 adicionales, lo que supone el 25% del agua de riego consumida en España. Estas soluciones son sin duda importantes en la gestión de cuencas para no exprimir el recurso y tener alternativas a las cesiones de uso por parte de las Cuenca Hidrográficas.
José hace también un análisis de las necesidades de financiación para acometer todas estas reformas. La realidad actual es que los presupuestos del Estado y de las CCAA en infraestructuras llevan reduciéndose año tras año (y el sector agua se lleva la peor parte) para dar prioridad a temas como la salud y las pensiones, debido al envejecimiento de la población. Sin embargo, hoy existen herramientas financieras y liquidez en el mercado para estructurar soluciones a largo plazo, y no solo para aquellos países desarrollados. Llevo años utilizando estas herramientas en geografías como Asia, África, USA, MEA o Latinoamérica con excelentes resultados y aún no entiendo la reticencia que existe en España para utilizarlas y resolver los problemas de suministro y tratamiento que persisten “sine die”.
Para finalizar, una dosis de auto crítica: somos los ciudadanos los que tenemos que alzar la voz y poner de manifiesto la necesidad de resolver estos graves problemas. Tenemos la obligación de concienciar a la población y a los gobiernos del alto valor del agua y de la necesidad de trabajar para garantizar el futuro del agua para las generaciones presentes y futuras. Iniciativas de personas inquietas como José que, a sus 90 años todavía tiene ganas de pelear esta batalla, son dignas de apoyar y de aplaudir.
Fuentes: “El trasvase del Ebro y el futuro de Aragón” de José Lostao Camón, y MAPAMA.