En un día frío y gris como hoy, me hubiese gustado abrir la puerta de mi casa y de repente encontrarme en una de las calles empedradas y alambradas de Trastevere, caminando por inercia hacia las orillas del río Tíber (Tevere en italiano) para disfrutar de una mañana soleada y tranquila del cálido otoño romano.
Además de arte, historia y delicias culinarias, la ciudad eterna tiene un tesoro guardado para aquellos interesados en saneamiento. La Cloaca Máxima (con ese nombre no se necesita mucha explicación) es una de las primeras redes de alcantarillado en el mundo, construida alrededor de 600 A.C. para asegurar la recogida y eliminación de las aguas residuales de la ciudad al río. El sistema sanitario era de tal importancia que los antiguos romanos lo asociaban a una divinidad específica, la diosa Cloacina.
La Cloaca Máxima es una de las primeras redes de alcantarillado en el mundo, construida alrededor de 600 A.C.
Sin embargo, la relación intrínseca entre la urbe y el Tíber no empieza ni termina en drenaje. Presente desde el inicio de la leyenda de Rómulo y Remo, personificado en el dios Tiberino, el río ha sido siempre un recurso económico importante, con sistemas de navegación comerciales clave en la antigüedad y ahora reservados al turismo. El domar sus aguas era una preocupación digna de dejar sin sueño a grandes emperadores desde Julio César hasta Aureliano, y su infraestructura ha marcado el destino de la ciudad con puentes, parques y plazas.
En la actualidad, las divinidades mitológicas ya no dictan el curso del Tiber, cuya gestión recae ahora sobre la Autoridad de la Cuenca de Río Tíber, responsable del recurso hídrico, sus vertientes y litorales. Desde hace más de una década, la alcaldía de Roma también se ha embarcado en una aventura de recuperación del río, y sus políticas de ordenamiento del suelo abarcan desde infraestructura (como ciclo vías) hasta eventos culturales como el festival “A lo largo del Tíber“, con el fin de reanudar el vínculo entre los romanos y su arteria vital, mejorando el bienestar y ambiente urbano.
Así que, mientras me preparo mentalmente para afrontar los vientos pre-invernales, me conformaré con ponerme los audífonos y escuchar como Soda Stereo se pasea por Roma, esperando ser yo el siguiente argentino (medio italiano) que pueda disfrutar de algún aire tiberino (aunque sea con otro título).
Artículo escrito por Federico Basañes, Gerente de Conocimiento y Aprendizaje desde junio de 2013 en el Banco interamericano de Desarrollo (BID). Esta entrada ha sido publicada originalmente en el blog del BID Volvamos a la fuente y replicado aquí con su expresa autorización.