Fernando Rayón es Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, PDD por Euroforum y Master en Innovación y Empreneurship y en Digital Business por ESADE. Tiene una dilatada carrera como directivo en gestión del agua, a nivel nacional e internacional. Actualmente es Director de Innovación de Negocio de Agbar/Aqualogy, con especial foco en "smart cities" y economía digital. Además, cuenta con varias publicaciones y participación frecuente como conferenciante en foros y congresos especializados.
Pregunta - Existen multitud de definiciones para ‘Smart City’ ¿Cuál es su definición personal?
Respuesta - Para mí, una Smart City es toda ciudad que mejora la calidad de vida de sus ciudadanos y su sostenibilidad ambiental, empleando con eficiencia la tecnología disponible en cada momento, y contando con un buen nivel de participación aportadora de sus habitantes. Y todo eso para incrementar su competitividad en la atracción de talento, capacidad de innovación y crecimiento económico sostenible.
P. - ¿Qué elementos comunes tienen, en su opinión, todas las Smart Cities?
R. - Se deduce de la definición anterior: sostenibilidad ambiental, calidad de vida, competitividad, uso eficiente de tecnología…
Una red de agua inteligente es la que satisface la demanda con la mayor garantía cuantitativa y cualitativa y al mínimo coste de inversión y operación.
P. - En materia de agua, ¿cuáles cree que son los principales retos que afrontan las ciudades en el futuro?
R. - En cuanto a abastecimiento, el reto cuantitativo (poder disponer de la cantidad de agua necesaria para desarrollar su actividad), y el reto cualitativo (poder contar con un agua de calidad adecuada a cada uso en la ciudad). En cuanto a sostenibilidad, la reutilización del agua al menor coste posible. Y en cuanto al drenaje, la reducción del riesgo de inundación. Y todo ello sin olvidar dos conceptos básicos: garantía, es decir, nivel de seguridad en poder contar con un buen servicio de manera sostenida en el tiempo, y resiliencia, es decir, capacidad de enfrentar con éxito situaciones de emergencia.
P. - ¿Cómo puede mejorar una Smart City la gestión del agua?
R. - Con buenos gestores (parecerá una perogrullada, pero hay que reconocer que los buenos no abundan) y conocimiento para desarrollar y aplicar en cada caso la tecnología más adecuada.
P. - ¿Cómo definiría una red de agua inteligente?
R. - Aquella que es capaz de satisfacer la demanda con la mayor garantía cuantitativa y cualitativa y al mínimo coste de inversión y operación, con un nivel de resiliencia adecuado. En mi opinión la “inteligencia” no se mide por el número y la potencia de los chips involucrados, sino por la calidad y eficiencia de los resultados obtenidos en las cambiantes circunstancias de las ciudades.
P. - ¿Cuáles son las herramientas más importantes para implementar una gestión inteligente del agua?
R. - Las que aplican inteligente y eficientemente la experiencia, el conocimiento y la tecnología y, sobre todo, dan excelentes resultados al mínimo coste.
P. - ¿En qué tipología de ciudad (grande, pequeña, mediana) es más sencillo aplicar la filosofía Smart Water?
R. - El desarrollo tecnológico actual permite hacer prácticamente cualquier cosa en cualquier parte. La cuestión fundamental no está entonces en la sencillez, sino en el coste. Y el coste tiene que ver con muchas otras circunstancias aparte del tamaño. Por ejemplo, la antigüedad de la ciudad. Es evidente que es más costoso sustituir infraestructuras existentes anticuadas, que implantarlas ex-novo, como es el caso actualmente en las nuevas ciudades que se levantan en muchos de los países emergentes.
P. - ¿Qué ejemplos de Smart City destacaría en España? ¿Y en el resto del mundo?
R. - Se hacen y se publican muchos trabajos sobre este tema, que suelen incluir rankings de distintos pelajes. Pero normalmente estos rankings se suelen basar en aspectos tecnológicos casi exclusivamente. Siempre pienso que si preguntáramos a los propios ciudadanos sobre cómo de inteligentes perciben ellos a sus ciudades, obtendríamos rankings bien distintos. Y para mí, ése es precisamente el reto del concepto Smart city: conseguir que las ciudades se orienten a ser cada vez más atractivas para sus ciudadanos, más competitivas en calidad de vida y progreso.
P. - ¿Cree que apoyan las administraciones públicas españolas la investigación y la puesta en marcha de estas iniciativas?
R. - Como es conocido, en el actual momento de crisis económica y financiera, las administraciones tienen escasa capacidad de apoyo económico a iniciativas de cualquier tipo. Pero el concepto Smart “vende” bien y mucho, y consigue movilizar voluntades, y es bueno que así sea. Por tanto, durante un tiempo no vamos a poder ver grandes desarrollos, pero sí algunas tentativas y experiencias piloto que pueden ser la semilla de futuros proyectos más ambiciosos.
P. - ¿Y las europeas?
R. - Hay iniciativas concretas y con presupuestos y dotaciones concretas para los desarrollos Smart, la gran mayoría, eso sí, relacionados con la energía.
P. - ¿Cree que incrementará la generalización de la gestión inteligente la rentabilidad de las empresas gestoras del ciclo integral del agua?
R. - Al tratarse de un servicio público regulado, el regulador debería exigir siempre una gestión inteligente y orientada a la calidad, la sostenibilidad y la eficiencia. Y ese mismo regulador debería incentivar esa buena gestión con una rentabilidad tanto mayor cuanto mayor sea la satisfacción experimentada por el ciudadano.
P. - Para finalizar, ¿qué iniciativas o servicios de su empresa destacaría en el ámbito de las Smart Cities?
Los productos y servicios que desarrollamos en Aqualogy parten de la cuidadosa consideración de las necesidades de los ciudadanos.
R. - Actualmente, Aqualogy comercializa más de 40 productos y servicios que hemos identificado como de Smart City, al permitir materializar con su implantación la Smart City que definí anteriormente. Van desde los sistemas de telelectura hasta nuevos procesos de tratamiento de agua; desde la localización de fugas por procedimientos disruptivos hasta los sistemas de optimización energética; desde los sistemas de gestión avanzada de las redes de drenaje, hasta los modelos de previsión de la calidad de las aguas de baño…
Todos esos productos y servicios ya han demostrado su eficacia y su eficiencia, y están operando regularmente en muchas explotaciones propias y de terceros, y representan la culminación de muchos años de esfuerzo en I+D, una constante en nuestra filosofía empresarial.
Ahora bien, más allá del desarrollo tecnológico, lo más importante en Aqualogy, cuando pensamos en Smart cities, es el propio ciudadano. Por eso hemos desarrollado el concepto Citiness, un concepto que sitúa al ciudadano en el centro de la ideación de la Smart city. Creemos que es buscando la satisfacción de las necesidades, apetencias y anhelos de los ciudadanos como realmente se pueden construir las ciudades competitivas de las que hablábamos antes. Y por eso, los productos y servicios que desarrollamos en Aqualogy parten, ya desde su proceso de ideación, de la cuidadosa consideración de las necesidades de los ciudadanos. Pero estas necesidades no suelen ser específicas y concentradas en el servicio de agua, sino que suelen involucrar conceptos más amplios y abstractos, como “seguridad”, “confianza”, “sostenibilidad”, etc. Por consiguiente, es imprescindible, además de desarrollar tecnología específica del agua, incorporar otras visiones y factores de otros campos, a veces muy alejados de los específicos del agua. Y por ese motivo, hemos buscado colaborar en esquemas de innovación abierta con emprendedores de otros campos muy diversos, ayudando también a su desarrollo a través de un programa de inversiones en start-ups tecnológicas que hemos denominado “Vento” (Venture Opportunities), con el que vamos a coinvertir con el CDTI más de 26 millones de euros en los próximos cinco años. Esperamos con esta iniciativa contribuir aún más a un desarrollo de las ciudades para los ciudadanos.