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La gestión del riesgo de los PFAS en el agua potable: una visión general

Los compuestos polifluoroalquilados y perfluoroalquilados, o más conocidos como PFAS, son un grupo de sustancias químicas sintéticas que, debido a su resistencia térmica y estabilidad, se le ha dado diferentes aplicaciones industriales y de consumo desde la década de los años cuarenta del siglo pasado.

Sus características químicas —ideales, por ejemplo, para la fabricación de productos repelentes al agua y al aceite— le otorgan una persistencia y bioacumulación en las cadenas tróficas que ha despertado la preocupación de las autoridades sanitarias y ambientales. Su exposición a través del agua para consumo y los alimentos y el conocimiento de su toxicidad en el medioambiente y la salud, ha hecho que en la última década se hayan acelerado las medidas para poner freno a su uso.

En lo que respecta al agua, los PFAS pueden llegar hasta ella de varias formas: a través de la eliminación inadecuada en forma de vertidos y/o desechos de los mismos o de productos químicos que los contienen; con su emisión directa en el aire o en el agua al utilizarlos; o procedentes de la descarga de espumas de extinción de incendios.

Además, su liberación puede conducir a su infiltración a través del suelo para, finalmente, alcanzar los acuíferos subterráneos, donde pueden persistir durante muchos años debido a su resistencia a la descomposición y su capacidad para adherirse a los sedimentos. Así, la presencia de los PFAS en el agua subterránea es una gran preocupación, ya que existen muchas posibilidades de que esa agua se extraiga para la agricultura u otros usos que puedan llegar a cruzarse con el consumo humano.

Las empresas de agua ya están tomando medidas para minimizar los riesgos de los PFAS con un marco regulador relativamente nuevo

En Europa y Reino Unido, un proyecto de mapeo elaborado, en febrero de 2023, por The Guardian y Watershed con datos obtenidos de las compañías de agua y la Agencia de Medio Ambiente, reveló concentraciones altas de más de 1.000 ng/l por litro de agua en aproximadamente 640 sitios y por encima de 10.000 ng/l en 300 lugares. Entre ellos, Bélgica alberga los niveles más altos de contaminación, donde se encontró PFAS en las aguas subterráneas en concentraciones de hasta 73 millones de ng/l cerca de una fábrica de PFAS. El mapa muestra, además, que las fuentes de agua potable en el Reino Unido se han contaminado. No obstante, las compañías de agua afirman que se someten a un tratamiento especializado y son retirados para que no lleguen al agua del grifo.

En este sentido, la gestión del riesgo de PFAS en el agua potable es un problema complejo que involucra a múltiples partes interesadas, especialmente al sector industrial, e incluidas las empresas de agua, que ya están tomando medidas para minimizar los riesgos asociados a un marco regulador relativamente nuevo.

  • La normativa se enfoca a una línea cada vez más estricta y comprometida, sobre todo en EE. UU. y Europa, pero aún queda camino por recorrer

Un marco regulador aún en construcción, pero comprometido

La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica al sulfonato de perfluorooctano (PFOS) y el ácido perfluorooctanoico (PFOA) como sospechosos de ser cancerígenos, presuntos reprotóxicos y nocivos para la población vulnerable. Además, el Enfoque Estratégico para la Gestión Internacional de Productos Químicos (SAICM, por sus siglas en inglés), un marco de políticas para promover la seguridad química en todo el mundo que forma parte del programa de ONU Medioambiente, los considera como contaminantes emergentes.

No obstante, el marco regulador a nivel mundial sobre el control de los PFAS aún está en construcción. Es cierto que la normativa que se ha ido implementando en la última década, especialmente en Estados Unidos y en Europa, se enfoca en una línea cada vez más estricta y comprometida, pero aún queda camino por recorrer.

Así, estos compuestos fueron incluidos en 2009 en la lista de químicos restrictivos del Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, pero no fue hasta 2016, en una revisión del Comité de Examen de este convenio, cuando se llegó a un consenso que afirmaba que el PFOA podría causar efectos adversos significativos para la salud humana y el medioambiente.

Estados Unidos fue pionero en incluir, en 2012, a los PFAS y PFOS entre los contaminantes a monitorizar en los sistemas de agua, así como de establecer una Hoja de ruta estratégica sobre PFAS a través de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) en 2021. Además, la Administración Biden-Harris ha propuesto en 2023 la primera norma nacional de agua potable para seis sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, lo que supone un paso importantísimo para proteger la salud pública de los estadounidenses. A esto se suma que la EPA cuenta con 2.000 millones de dólares procedentes de la Ley Bipartita de Infraestructuras para hacer frente a los contaminantes emergentes en el agua potable de todo el país, entre los que se encuentran las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas.

A nivel mundial, existe un documento de referencia para la elaboración de las Directrices de la OMS para la calidad del agua potable

Si bien los productos químicos son esenciales para el bienestar y la comodidad de la sociedad moderna, muchos de ellos tienen propiedades peligrosas que pueden dañar el medioambiente y la salud humana. Es por ello que la Comisión Europea publicó en 2020 la Estrategia sobre productos químicos para la sostenibilidad, en línea con los objetivos del Pacto Verde Europeo, cuyos objetivos son proteger mejor a los ciudadanos y al medioambiente e impulsar la innovación para productos químicos seguros y sostenibles. En ella se incluye la eliminación gradual del uso de PFAS en la UE, «a menos que su uso sea esencial».

De ella derivó el Reglamento sobre el Registro, Evaluación, Autorización y Restricción de Productos Químicos (REACH, por sus siglas en inglés), cuya hoja de ruta se publicó en abril de 2022. «Hemos recorrido un largo camino en la regulación de los productos químicos en la UE. Pero la ambición de nuestro Acuerdo Verde Europeo es que todos vivamos en un entorno verdaderamente libre de tóxicos. No podemos darnos el lujo de exponer nuestra salud y nuestra naturaleza a productos químicos nocivos», dijo entonces Virginijus Sinkevičius, comisario europeo de Medio Ambiente, Océanos y Pesca.

La dificultad del tratamiento de los PFAS deriva de su evolución y prevalencia, de manera que exige un enfoque holístico

Además, la Directiva (UE) 2020/2184 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 16 de diciembre de 2020, relativa a la calidad de las aguas destinadas al consumo humano, establece valores y medidas respecto de los PFAS, vinculantes para los estados miembros, que deberán aplicar antes de enero de 2026 para garantizar que el agua destinada al consumo humano cumpla los valores paramétricos, 0,50 μg/l para la totalidad de las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, y 0,10 μg/l la suma de estas mismas sustancias que se consideren un problema respecto de las aguas destinadas al consumo humano, enumeradas en su anexo III. No obstante, los países miembros son libres de introducir una legislación más estricta a nivel nacional. En el caso de España, esta directiva ha sido traspuesta a través del Real Decreto 3/2023, de 10 de enero, por el que se establecen los criterios técnico-sanitarios de la calidad del agua de consumo, su control y suministro.

Las empresas de agua cuentan con la predisposición, el compromiso y el conocimiento necesarios para abordar este nuevo reto

Cabe señalar que a esto hay que sumarle las normativas que provienen de las autoridades de seguridad alimentaria, como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés), que establece un umbral de seguridad para los principales tipos de PFAS que se acumulan en el organismo.

Así, la creciente preocupación por los efectos negativos de los PFAS tanto en la salud pública como en el medioambiente, ha hecho que, a nivel mundial, cada vez más países adopten medidas para la regulación de estas sustancias químicas en el agua, aunque no existen ni un consenso entre lo que son niveles peligrosos para la población ni una legislación a la par. Según Medical News Today, en algunas áreas del mundo, como en Asia, todavía no se han impuesto restricciones.

  • Una de las principales estrategias utilizadas para reducir la exposición a PFAS es a través de distintos tratamientos de agua

Lo que sí existe a nivel mundial es un documento de referencia para la elaboración de las Directrices de la OMS para la calidad del agua potable. Aunque el proceso de desarrollo de los valores de referencia aún está en curso, este aconseja a sus Estados miembros que: (1) se esfuercen por lograr concentraciones en el agua potable tan bajas como sea razonablemente práctico; (2) minimicen la contaminación de las fuentes de agua, incluida la prevención de nuevas fuentes de contaminación; (3) se esfuercen en la detención de los usos no esenciales de PFAS; y (4) sopesen los riegos de los PFAS con otros riesgos en el suministro de agua, incluido el hecho de no contar con un suministro adecuado de agua potable.

Tecnología e innovación para eliminar los PFAS del agua

La exposición a los PFAS a través del agua potable se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la industria. La dificultad de su tratamiento deriva de su evolución y prevalencia, de manera que exige un enfoque holístico que incluya investigación, caracterización, análisis, pruebas y desarrollo tecnológico.

Así, no solo es importante la identificación y eliminación de fuentes de contaminación de PFAS por parte de las autoridades ambientales y empresas implicadas, también lo es llevar a cabo investigaciones para determinar la mejor manera de abordar el riesgo de PFAS en el agua y desarrollar nuevos métodos para su tratamiento. «Como sector del agua, debemos ser conscientes de este problema y responder de manera proactiva para abordarlo», apuntó el presidente de Isle, Dr. Piers Clark, en un webinar celebrado en enero de 2021 por la Plataforma de Acción del Agua.

En este sentido, una de las principales estrategias utilizadas para reducir la exposición a PFAS es a través de distintos tratamientos de agua. Entre las tecnologías que se han probado y han resultado más efectivas se encuentran el carbón activo, el intercambio de iones, la ósmosis inversa, la electrodiálisis, la fotocatálisis y la oxidación avanzada, que son más o menos eficientes en función de la clase, la especie y la longitud de la cadena de cada compuesto de PFAS.

Y, es que, a pesar de que la preocupación sobre la gestión del riesgo de los PFAS en el agua potable es todavía reciente y las tecnologías enfocadas a ello aún son jóvenes, las empresas de agua cuentan con la predisposición, el compromiso y el conocimiento necesarios para abordar este nuevo reto.