Connecting Waterpeople
Hidroglobal
Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico
GS Inima Environment
ESAMUR
ONGAWA
Fundación Botín
Baseform
Red Control
ACCIONA
Laboratorios Tecnológicos de Levante
Asociación de Ciencias Ambientales
Kamstrup
IAPsolutions
Aqualia
FLOVAC
Molecor
J. Huesa Water Technology
IRTA
Lama Sistemas de Filtrado
Grupo Mejoras
Vector Energy
ICEX España Exportación e Inversiones
AECID
ISMedioambiente
s::can Iberia Sistemas de Medición
DATAKORUM
Xylem Water Solutions España
SCRATS
Ingeteam
HRS Heat Exchangers
Sacyr Agua
Innovyze, an Autodesk company
Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia
Sivortex Sistemes Integrals
Schneider Electric
MOLEAER
Confederación Hidrográfica del Segura
Saint Gobain PAM
Idrica
Global Omnium
AMPHOS 21
TecnoConverting
Almar Water Solutions
Filtralite
Amiblu
Minsait
TEDAGUA
ADECAGUA
Hidroconta
Barmatec
EPG Salinas
Catalan Water Partnership
CAF
Rädlinger primus line GmbH
Centro Nacional de Tecnología de Regadíos (CENTER)
Cajamar Innova
Fundación Biodiversidad
AGS Water Solutions
FENACORE
Agencia Vasca del Agua
RENOLIT ALKORPLAN
LACROIX
Aganova
KISTERS
Hach
Likitech
ADASA
TRANSWATER
Fundación CONAMA

Se encuentra usted aquí

El valor que no le damos al agua, seguridad hídrica y agricultura resiliente como as bajo la manga

Sobre el blog

René Ulloa Espíndola
Buen tipo, amante del recurso hídrico Dirección de proyectos | Gestión territorial (urbano y rural) del recurso hídrico | Innovación | Planificación Sostenible Especialista en ciudad y territorio

Temas

  • valor que no damos al agua, seguridad hídrica y agricultura resiliente como as manga

Perspectivas desde Quito Ecuador

En América Latina y el Caribe (ALC), cada vez se intensifican las interacciones de las actividades agrícolas y agropecuarias con el agua dulce disponible y, en esta lucha, el recurso hídrico es el más afectado, puesto que, la disponibilidad de agua para los sectores en donde se concentran estas actividades es más escasa por un sinfín de motivos que aumentan por el agravamiento de la situación hídrica en general. Claros ejemplos fueron las sequías experimentadas por Argentina (Cuenca del Rio de la Plata y sur de Chile) y Brasil (Costa de Brasil y cuenca amazónica, Bolivia y Brasil) que impactaron profundamente en la cantidad de agua para consumo humano, riego o generación de energía hidroeléctrica.

Si bien, el título de este escrito abarca temas de gran envergadura y que, de hecho, es muy difícil abordarlos de manera somera. Son los tópicos que se ven altamente afectados en consecuencia de la interacción entre ellos, influenciados por las connotaciones particulares de la región y en este caso del Ecuador. Cabe recalcar que, dentro del Ecuador también es difícil generalizar la gestión en torno a los temas señalados, puesto que, la exacta combinación de: mega biodiversidad (cuatro regiones marcadas, Sierra, Costa, Amazonía y las Galápagos), la ubicación privilegiada del territorio, la imponente Cordillera de los Andes y demás elementos bio-geo-climáticos que se me pueden escapar, generan gran número de microclimas y hábitats que representan riquezas de vida silvestre únicas en el mundo y que hacen que la acciones para gestionar el recurso hídrico y la agricultura sean más especializadas y particulares.

En el caso de Ecuador, tanto los efectos del Cambio Climático (CC) como los efectos consecuencia del Fenómeno de El Niño (El Niño Southern Oscillation ENSO - Niña) que modifica las temperaturas del océano y los patrones de precipitación, se sienten mucho más a través del agua, principalmente por su disponibilidad y por los efectos directos y colaterales (desbordamiento de ríos, lluvias extremas, deslizamientos, tierras abandonadas porque ya no soportan cultivos, etc.). Todo esto, se intensifica con la degradación de los ecosistemas, el cambio del uso y ocupación del suelo, deficientes acciones de conservación, pero, sobre todo, inconvenientes prácticas y hábitos de consumo, que, entre tantos, se encuentra la utilización no sostenible del agua dulce disponible.

Si también se analiza y se considera que el fenómeno de la expansión espacial urbana descontrolada, presente en todas las ciudades grandes y medianas del país, supera a la tasa de crecimiento poblacional y, que el consumo de agua aumenta en niveles más altos que el de la expansión espacial urbana; se debe aseverar que todo está conjugándose para que el escenario a mediado y probablemente a corto plazo sea trágico en los tópicos que titulan este contenido.

Desde una perspectiva local en donde se producen las causas – origen, el Distrito Metropolitano de Quito (DMQ) territorio que alberga a la ciudad de Quito capital del Ecuador, una de las metrópolis más importantes de la región de ALC por su connotación cultural, ambiental, política, turística y administrativa, siente de manera letal y exponencial el valor que no le damos al agua. Este territorio se configura de áreas urbanas y rurales mega diversas, que incluyen a la Reserva de Biósfera del Chocó Andino de Pichincha, y que además tiene presencia significativa de actividades de agricultura, ganadería y producción industrial. En el DMQ también se identifica dinámicas territoriales asociadas a la configuración urbano – rural, que sobrepasan los límites políticos administrativos a través de fenómenos de conurbación urbana progresivamente más agresivos, factores que vulneran aún más el recurso hídrico.

Ahora bien, si consideramos los reportes del Banco Mundial  sobre el uso del agua en la agricultura (“en la agricultura se ocupa el 70% del agua dulce disponible que se extrae en el mundo”) y sobre los escenarios para satisfacer la demanda de agua en el futuro, estos son reflejo de cómo se desarrolla la problemática hídrica a diferentes escalas. En Ecuador no es la excepción, desde los gobiernos locales y municipales se identifican varias aristas que, de manera cotidiana y comportamental, transgreden la sostenibilidad del recurso hídrico.

De entre muchos factores, el valor que le damos el agua dulce como usuarios y beneficiarios, independientemente si residimos o trabajamos en áreas urbanas o rurales, es el factor origen más importante a ser gestionado, debido a que, sus efectos son irremediables, pero su solución podría ser práctica, definitiva y de alto impacto.

Por ejemplo, los habitantes que son clientes de la empresa prestadora del servicio de agua potable del DMQ pagan entre USD $ 0.31 y USD $ 0.72 (tarifa más alta) por cada metro cúbico, es decir, 1,000 litros de agua potable. Todo esto significa que, si se compara la tarifa más alta (USD $ 0.72) con productos y consumos masivos y habituales que se registran incluso en los niveles socioeconómicos bajos del DMQ, se puede comparar lo siguiente:

La lista es larga y tiene el mismo comportamiento, es decir, en el DMQ los consumos de productos y servicios de ocio que incluso son perjudiciales para la salud se pagan sin resistencia y de manera constante y en exceso. Esto podría ser la señal más básica e importante sobre el valor que le damos no solo a un servicio de agua potable sino al recurso en sí; quizá mejor expresado, el valor que no le damos al agua. La valoración y percepción de los habitantes del DMQ sobre el servicio de agua potable y del recurso hídrico conlleva problemáticas coyunturales y colaterales. La normalización de este comportamiento incita al desperdicio, abuso y mal uso que obligan a tomar medidas cada vez mas extremas para disponer de fuentes de agua dulce en el territorio y; a la vez genera descuidos sin conciencia que se contagian rápidamente entre las generaciones de los habitantes. Acciones y efectos que se apegan a la conocida Teoría de las Ventanas Rotas de Philip Zimbardo.

 Una idea de deterioro, desinterés y despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia – es como una sensación de ausencia de autoridad o códigos de conducta, de normas, de leyes, de reglas – algo así como "acá todo se vale"

En las áreas rurales del DMQ donde se practican actividades de agricultura ocurre algo parecido, el uso de agua dulce potable y no potable, podría catalogarse como indiscriminado, puesto que, entre las mejores prácticas de riego, no están ni la instrumentación básica para cuantificar y peores prácticas de ahorro y eficiencia para el cuidado del recurso, es decir, una débil gestión del agua en la agricultura.

Solo el 32% del potencial del riego es aprovechado

No se puede evitar pensar que el nivel de comodidad de los habitantes del DMQ por la disposición del recurso hídrico por fuentes naturales en los últimos cinco decenios, ha provocado que el valor por el agua tenga un descenso alarmante en la conciencia de todos (consentidos de la naturaleza). Por lo que, es necesario ejecutar estrategias de alto impacto y trascendencia para transformar el valor del agua en el consumo, uso y agricultura; de esta manera, poder pensar en la verdadera seguridad hídrica y alimentaria.

Varias acciones a gran escala ya se pueden apreciar a nivel mundial, el agua está siendo el foco de interés como un negocio de inversión hídrico, por ejemplo:

“El último informe de Spainsif, Foro de Inversión Sostenible y Responsable de España, indica que entre los años 2015 y 2017 los activos bajo gestión con criterios ASG (ambientales, sociales y gobierno corporativo) alcanzaron los 185.614 millones, con un crecimiento en el periodo del 10% y un 419% desde 2009.” 

Además, gestoras que se encuentran en las mismas categorías o similares como Pictet, Robeco, Parvest y Vontobel juntas acumulan una rentabilidad del 16%, superando ampliamente a los fondos de renta variable de la Bolsa Española.

El denominador común entre las inversiones, es que resulta no conveniente invertir directamente en agua, o más bien, solo en agua. La mejor forma de invertir es a través de la comida; es decir, invertir en terrenos agrícolas con abundantes recursos (leer el libro La gran apuesta, de Michael Lewis o ver la aclamada película que lleva el mismo nombre), he aquí que la “la agricultura resiliente es el as bajo la manga" puesto que, Ecuador y el mismo DMQ tienen ventaja competitiva a nivel mundial; no obstante, se acaba el tiempo.

También existen varias acciones en niveles urbanos y rurales para revalorizar el agua y varias fuentes coinciden que la clave es la agricultura sostenible y resiliente. Entre algunas se encuentran, los sistemas de compensación climática, los denominados créditos de agua, certificados de agua para la venta de lo ahorrado con enfoques de impacto social e impacto ambiental, entre muchas más. En fin, existe gran oportunidad de incursionar, innovar y ejecutar acciones.

Se acaba el tiempo de actuar

Para muestra un botón: según el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe – CAF en el informe “Brechas y cartera de inversiones en agua y resiliencia climática en la región de América Latina y el Caribe hacia el 2030 y 2040” detalla que la inversión requerida para alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 6 en ALC en cuatro áreas: agua y saneamiento, drenaje fluvial y control de inundaciones,riego y agricultura, y gestión de zonas costeras, es de 365.000 millones de dólares (desde 2021 hacia 2030 – USD $ 55 por año/por persona durante 10 años) pero actualmente ya se registran brechas que se profundizan en el 2024.

Por lo tanto, las autoridades del agua a nivel nacional y local deben mantener sinergias estratégicas que logren trascender hasta la conciencia de los habitantes y productores, que conjuntamente con los sectores agrícolas, empresariales e industriales logren transformar el valor del agua y, por supuesto velar por la ejecución. Sin embargo, cada iniciativa y cada acción deben nacer a nombre personal como ciudadanos de mundo que contagiamos las buenas prácticas socio ambientales en pro de las generaciones de dependen de nosotros.

Como escribo al inicio, es difícil tratar tantos temas de tal envergadura, pero estos deben ser gestionados, sincerados e interiorizados.