Todos los que nos dedicamos profesionalmente al sector del agua somos más o menos conscientes de que trabajamos con una materia prima que tiene una particularidad muy especial: no se puede fabricar más de la que ya hay...
Y eso que en nuestro planeta, por agua no será... pero su accesibilidad no siempre es ni simple ni abundante, ni su disponibilidad es siempre constante, y se destina a múltiples usos: uso de boca, agricultura, ganadería, industria...
Las demandas de agua son cada vez mayores, y en muchas ocasiones su disponibilidad es cada vez menor, por lo que desde hace unas décadas va tomando fuerza un proceso que permite aligerar la presión sobre los recursos existentes: la reutilización.
Seguramente en este concurso de blogs eminentes especialistas en el tema nos aportarán sus conocimientos y nos contarán aspectos interesantísimos sobre reutilización... desafortunadamente yo no soy uno de ellos, aunque algún post he redactado sobre reutilización, inspirado en los conocimientos que Lluís Sala ha tenido a bien compartir por distintos medios...
La reutilización de agua es ya un hecho, aunque no nos demos cuenta...
De hecho, si nos paramos a pensar detenidamente, muchos ya estamos empleando agua reutilizada sin darnos cuenta: captamos las aguas que alguien aguas arriba ya ha usado y ha devuelto al medio. Es lo que se conoce como reutilización incidental o no planificada.
En otros lugares la reutilización es ya una realidad plausible: en California ya se ha normalizado el empleo de agua regenerada para la recarga de acuíferos, e incluso en Winhoek (Namibia) el agua potable proviene completamente de la regeneración de agua.
Y como estos casos, a lo largo y ancho del mundo hay muchos... proyectos a mayor o menor escala que ofrecen un nuevo recurso a las demandas de agua... Pero para este concurso he querido compartir con vosotros una pequeña experiencia personal: cuando la reutilización deja de ser una alternativa para convertirse en un modo de vida...
Formentera, un paraíso del mediterráneo que bebe del mar...
Desde hace unos cuantos años tengo la fortuna de poder veranear en Formentera, un pequeña isla del mediterráneo que sufre de un estrés hídrico muy importante.
La más pequeña de las islas Pitiusas presenta una pluviometría escasa: la media de precipitación anual es de apenas 380mm, y esta lluvia cae repartida en unos 46 días al año... haciendo una operación rápida, como media, en un episodio de lluvia, precipitan 8mm, con lo que el volumen de agua de lluvia susceptible de ser acumulado para su posterior uso es realmente poco.
De hecho, la principal fuente de suministro de agua en la isla es la desaladora, que entró en servicio hace unos 20 años. La planta es capaz de producir hasta 4.000m3/dia de agua (según datos oficiales) y en verano produce menos de la que se consume.
Este agua desalada se incorpora a la red de abastecimiento, o se distribuye a los alojamientos diseminados por el territorio mediante una numerosa flota de camiones cisterna, lo cual supone un dispendio energético poco sostenible.
Hay que tener en cuenta que en este pequeño pedazo de tierra de apenas 83km2 la población en verano se multiplica por 4, con 40.000 turistas pernoctando cada día tanto en los hoteles de los pueblos como en los complejos turísticos y alojamientos diseminados, y si éstos quieren disponer de agua, o bien la pagan para que la traigan o bien aprovechan la que cae del cielo.
Afortunadamente, los pobladores autóctonos que viven en las casas diseminadas disponen de sus propios métodos de reserva de agua y la reutilización se ha hecho inevitablemente un sitio en el día a día de la vida de sus habitantes... y esto es justamente lo que he vivido y lo que comparto en este artículo.
Viviendo con la reutilización
Al igual que en el resto de la isla, en la casa protagonista de esta historia el número de habitantes en verano se multiplica, pero en este caso hasta por 5’5: durante una semana, en la vivienda se pasa de dos habitantes a once...
¿Cuánta agua podrían llegar a gastar once personas en condiciones “normales”? Otra vez el espíritu ingenieril me lleva a hacer unos cálculos... si el consumo medio en España está sobre los 130 litros/persona/día, a ese ritmo, en una semana gastaríamos unos 10.000 litros de agua... una auténtica barbaridad si hablamos de Formentera...
Pero esta cifra es aún peor si se tiene en cuenta que la cisterna de agua de la vivienda tiene una capacidad de 35.000 litros, y en verano precisamente no se encuentra llena... Por ello es indispensable que el agua se emplee para más de un uso... y eso se consigue incorporando la reutilización del agua en el día a día... Pero empecemos por el principio.
En esta vivienda el agua de lluvia se recoge a través de:
- cubierta (unos 55m2)
- techumbres de porches (unos 36m2)
- patio exterior (unos 80m2)
Lo recogido en cubierta, patio exterior y techumbre del lado este se recoge en la cisterna principal (la de 35.000 litros), mientras que lo procedente del resto de superficies impermeables se vierte en la cisterna auxiliar.
En la cisterna principal es dónde se reserva el agua de uso habitual (bebida y uso doméstico) mientras que el agua de la cisterna pequeña se emplea puntualmente para riego, baldeo, etc.. Ambas cisternas se encuentran bajo suelo, con lo que para su uso se precisa de unos equipos de bombeo.
En el caso del agua de la cisterna principal, se bombea dos veces al día a un pequeño depósito situado en la cubierta, consiguiendo la altura suficiente para que el agua llegue con algo de presión a los dos puntos principales de uso: cocina y baño (y calentarla gracias a un serpentín por el que circula el agua que sale del depósito, al cual da el sol durante todo el día).
Es a partir de estos puntos de uso donde la reutilización se incorpora en la vida doméstica cotidiana... y para ello se usa una tecnología punta consistente en el empleo de cubos, palanganas y barreños.
Por ejemplo: cuando se lavan los platos se usa una palangana para recoger el agua del aclarado y otra para poner los platos y vasos y llevarlos fuera a secar en un escurreplatos (con el sol enseguida quedan secos)... de este modo se aprovecha hasta la última gota de agua...
Más ejemplos: cuando se vuelve de la playa, se aclaran los bañadores en un pequeño cubo con un poco de agua para quitarles los restos de arena y sal... Y aún otro: a los pequeños de casa se les baña en un barreño... y evidentemente, ese agua del baño es reaprovechada...
¿Y en qué se reutiliza ese agua? Pues aportándola en la acción doméstica que más agua consume: tirar de la cadena... De este modo, cada vez que un miembro de la casa va al baño (a hacer aguas menores) en vez de tirar de la cadena, hecha el agua que se va almacenando en unos cubos estratégicamente ubicados al lado de la taza del WC.
Sólo con que penséis cuántas veces pueden ir al baño a hacer pis once personas en una semana, os daréis cuenta del ahorro que eso supone. Evidentemente, cuando se trata de hacer aguas mayores, entonces sí que se tira de la cadena... pero lo que sale por los desagües también se reaprovecha.
El desagüe del fregadero de la cocina va a un pequeño depósito en un esquina de la fachada oeste, y de ahí vierte a la zona de parterres donde crecen las parras.
El desagüe de la ducha exterior, a través de un complejo sistema (un embudo hecho con una botella de plástico, una tela de rejilla reaprovechada para retener los sólidos y un tramo de tubo de PVC) se vierte al depósito auxiliar... Desde ese depósito, a través de una bomba, uno puede lavar, por ejemplo, las máquinas y utensilios empleados en la elaboración del vino de las uvas de las parras.
¿Y de las aguas mayores? ¿Qué sucede con las aguas residuales?, os preguntaréis. Pues también se les da una segunda “vida”. esas aguas negras se recogen en la poza, una arqueta de dos cámaras de unos 2m3 de capacidad cada una de ellas, y que a menudo se debe vaciar con una pequeña bomba... pero como no podía ser de otra forma, el vaciado no es en balde, si no que ese agua con nutrientes se emplea para regar los pocos árboles que hay en el terreno: un granado, un par de almendros y tres higueras.
De este modo, se completa la reutilización del agua de lluvia que, de forma escasa, cae en la isla... empleándola en varios usos, haciendo de la necesidad virtud... y, después de convivir con la experiencia, volver a casa aún más concienciado de lo preciado que puede ser este recurso, y de la importancia de la reutilización para conservarlo.