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PFAS: ¿Qué son, cuáles son sus usos y qué riesgos entrañan para la salud?

Sobre el blog

Iñigo Pérez-Baroja
Decano del Ilustre Colegio Oficial de Químicos de Madrid.

Publicado en:

Portada iAgua Magazine
  • PFAS: ¿Qué son, cuáles son usos y qué riesgos entrañan salud?

PFAS es la abreviatura de un grupo de compuestos que consiste en una cadena hidrofóbica de longitud variable que está fluorada, puede ser total o parcialmente, con un grupo hidrofílico. Los más comunes son los compuestos de poli y perfluoralquilo donde las sustancias más conocidas son los PFOS (sulfonatos de perfluoroctanos) y los PFOAS (ácido perfluoroctanoico).

Los PFAS son sustancias relativamente jóvenes, pues fueron sintetizadas por el hombre por primera vez hace unos cincuenta años. No se encuentran de manera natural, por lo que su presencia en tierra, agua o aire se debe a causas antropogénicas. Debido a sus propiedades de resistencia al agua y a la grasa son muy empleados en la industria en diversos sectores como el textil (ropa resistente al agua como chubasqueros, neoprenos y manteles antimanchas); en el menaje del hogar (sartenes, antiadherentes, y productos limpieza); en la lucha contra incendios (sobre todo las espumas), en el procesado de alimentos (bolsas de palomitas de microondas, envases de comida rápida y envases de caramelos); en productos cosméticos (maquillaje de ojo, esmaltes de uña, hilo dental y champú), en pesticidas, pinturas y en el sector de la automoción, entre otros.

Debido a que estos compuestos (PFAS) se consideran contaminantes orgánicos persistentes (COPs), se han incluido en múltiples estudios para conocer su toxicidad y los riesgos para la salud humana y el medioambiente. Al no degradarse, se van acumulando a lo largo del tiempo en la sangre y en el hígado de las personas, en la tierra, alimentos y aguas del medio natural, lo que puede acabar provocando cáncer y otras enfermedades que pueden afectar al sistema inmunológico o que provoquen daños para la reproducción y el desarrollo del feto.

La forma más habitual de entrada en nuestro organismo es a través de la dieta y principalmente por el agua potable, los pescados, las frutas y los huevos, que se contaminan a través del aire, la tierra o por el uso de aguas con presencia de PFAS, las cuales son utilizadas para su cultivo o en el uso de los piensos en la ganadería. Por ello, desde las autoridades europeas y nacionales, a través de la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) y la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y de Nutrición) se han realizado estudios y establecido que la ingesta diaria tolerable (TDI) es de 150 ng/kg de peso corporal para los PFOS y de 1.500 ng/kg de peso corporal para los PFOA sin que se provoquen efectos adversos en su salud.

Animo a seguir desarrollando nuevos tratamientos para reducir los niveles de PFAS en aguas de consumo y mejorar los métodos de análisis

Pero no alarmemos a la sociedad. Una vez que las diferentes autoridades han concluido que es muy improbable que la población media europea pueda sufrir efectos negativos para la salud, derivados de la exposición a estos compuestos químicos y que se ha legislado a través del Reglamento 850/2004 sobre contaminantes orgánicos persistentes, la Recomendación 2010/1616 /UE relativa a la vigilancia de las sustancias perfluoroalquiladas en los alimentos o el reciente RD 3/2023 por el que se establecen los criterios técnicos-sanitarios de la calidad del agua de consumo, su control y suministro para tener controlados los niveles de PFAS que consumimos en nuestras dietas, debemos buscar un equilibrio, de forma que al mismo tiempo que se prohíbe la utilización de estos compuestos, se puedan ir sustituyendo por otros nuevos con las mismas propiedades, pero que reduzcan la toxicidad y los efectos negativos de los PFAS. En este sentido, me gustaría recordar que la química y los elementos químicos no son en sí mismos malos ni dañinos, y aportan más beneficios a la sociedad que sus efectos negativos.

Por las razones anteriormente expuestas, animo a seguir investigando en el desarrollo de nuevas sustancias que tengan las mismas prestaciones, pero con menor riesgo, en nuevos tratamientos para reducir los niveles de PFAS en aguas de consumo, y en mejorar los métodos de análisis de estos compuestos y de los nuevos que surjan para mejorar los límites de cuantificación y así tener un mayor control de las sustancias que ingerimos en nuestra dieta.