La relación del agua y el hombre es indisoluble y perfecta, por lo demás, tiene algo de magia y misticismo que practicaban nuestros pueblos ancestrales. Tal es así que hasta los tiempos actuales, cualquier desequilibrio de uno, afecta al otro.
Lo anterior, puede ser uno de los fundamentos para que esta actividad de entregar el acceso al agua, se haya considerado siempre como una función comunitaria o del Estado. Y cómo no serlo, si desde la prehistoria uno de los aspectos para determinar el lugar donde crear un asentamiento humano o futuras ciudades, estaba determinado, además de la seguridad bélica, por la facilidad del acceso a una fuente de agua segura y estable para la bebida humana, de los animales y de la alimentación (agricultura).
Dicho lo anterior, la relación entre el agua potable y saneamiento con la ciudad es ancestral e indisoluble, pero no perfecta. Esto porque los servicios pueden ser deficitario o ineficientes y el crecimiento de las ciudades es implacable, sigue creciendo aun cuando existan áreas que no cuentan con los servicios básicos como el agua potable y alcantarillado.
Aclarada la relación de estos servicios con la ciudad, lo que determina que el servicio sanitario sea inteligente, es la capacidad de garantizar, en forma armoniosa un servicio de agua potable y saneamiento de calidad, sostenible económica, social y ambientalmente, con eficiencia hídrica y una participación activa de la ciudadanía y capacidad de comunicación con el consumidor y con el objeto de incrementar o mejorar la calidad de vida de la población en su vivienda y en la ciudad.
En el contexto actual, los entornos de las ciudades y empresas que evolucionan rápidamente, nos exigen enfrentas desafíos producto de los cambios climáticos sociales y tecnológicos que pueden generar ambientes inciertos con riesgos financieros y operacionales o producir una mayor frecuencia e intensidad de los desastres naturales. Por otro parte, producto del avance de las tecnologías y de las telecomunicaciones, la comunidad está cada día más informada, capacitada, empoderada y exigente donde la toma de decisiones y administración de las instituciones se hace cada vez más complejas. Este entorno está exigiendo nuevas competencias o atributos a las empresas de los servicios sanitarios, que hace pocos años no necesitaban, como la Resiliencia, Comunicaciones y tecnología inteligente, Big Data, Analityc, Modelamientos, Estrategia prospectiva y otras.
Frente a los eventos mencionados, la efectividad de las empresas dependerá de la capacidad de comunicarse, anticiparse, prever, absorber o mitigar un evento potencialmente perturbador o destructivo, con el objeto de adaptarse y/o recuperarse rápidamente. Esto implica realizar algunos cambios a manera de como las hacemos actualmente. Pareciera entonces, que las empresas sanitarias en la era digital, estarán motivadas a adoptar nuevos enfoques, desde su modelo productivo pasando por un cambio en la forma de concebir la infraestructura desde sus diseños de ingeniería hasta su operación para que puedan convertirse en una fuente de datos que permitan mejorar la gestión y comunicación integral.
El actual modelo productivo del proceso del agua potable y alcantarillado se concibe (desde hace mucho tiempo) como una organización o división de actividades de acuerdo a las etapas del proceso técnico de entregar el servicio de agua potable y alcantarillado, que se inicia con la captación y producción de agua, posteriormente se distribuye y entrega como un servicio al “cliente”, quien una vez usada, se recolecta como aguas servidas, terminando con el tratamiento y disposición de ellas. Este es un proceso un tanto Tayloriano, es lineal y técnico, orientado a lo operacional de cada etapa y reactivo en su mantención, reposición y su mejoramiento.
En la era digital o de internet de las cosas, el modelo productivo no podrá ser el mismo, tendrá que tener un profundo replanteamiento para adaptarse a lo digital. El modelo debe dejar de ser solo lineal y técnico, para transformarse en un modelo integrado y multidisciplinario (no solo técnico) que permita conversar a distintos procesos y sistemas entre sí, incluso con sistemas externos, pero por sobre todo tener una comunicación efectiva con los consumidores o ciudadanía. Para tal efecto, en esta etapa se requieren de plataformas tecnológicas inteligentes que permitan el análisis de grandes cantidades de datos (Big Data) para convertirlas en información instantánea.
Para incorporarse a la ciudad inteligente o a la revolución industria 4.0 o la era digital o del internet de las cosas (IoT), no basta instalar medidores inteligentes o sensores en la infraestructura o enviar boletas por internet. Tampoco basta con utilizar tecnología inteligente solo en un proceso o área de la empresa. No es posible ingresar a esta era, si el cambio no es corporativo, en toda la línea de producción y el servicio al cliente. La implementación podrá ser paulatina, pero la decisión de ingresar a esta nueva etapa debe ser corporativa, que abarque toda la organización y los procesos productivos..
Tarde o temprano, la ciudadanía nos exigirá eficiencia hídrica a toda prueba y con la gestión actual, será complejo. Solo con la incorporación de tecnología inteligente en nuestro modelo de producción, podremos satisfacer las demandas de la comunidad e ingresar a la ciudad inteligente.