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La gestión del agua como motor del desarrollo humano

Sobre el blog

Eduardo Bustillo Holgado
GEÓGRAFO | Socio Consultor en GEOCyL Consultoría S.L. ● Consultor en el ámbito territorial y medioambiental | Aplicación de las tecnologías de las ciencias geográficas al contexto ambiental y territorial.
  • gestión agua como motor desarrollo humano
  • Este año, UN-Water, consciente de la importancia de la dimensión más social que tiene el agua, ha querido dedicar su Día Internacional a la capacidad de generar bienestar o miseria a través de su importancia y repercusión en el trabajo.

El agua dulce es el recurso más importante para la humanidad, es un bien transversal a todas las actividades sociales, económicas y ambientales. Es una condición para toda la vida en nuestro planeta, un factor propicio o limitante para cualquier desarrollo social y tecnológico, además de una posible fuente de bienestar o miseria, cooperación o conflicto.

La mayoría de países en desarrollo se encuentran en las regiones con mayor recurrencia de sequias, con cambios estacionales drásticos en la precipitación y evaporación. Por otra parte, sus tasas de crecimiento demográfico, son superiores a las de los países desarrollados. Nos encontramos, por tanto, ante poblaciones donde la competitividad por el recurso agua se incrementa a la velocidad que aumenta su población. De hecho, pueblos de las regiones áridas y semiáridas de África ya subsisten al borde hidrológico debido a la dura presión de la población y las condiciones hidroclimáticas del continente.

Las condiciones ambientales determinan la distribución desigual del agua dulce, entre ellas el clima, la orografía, el tipo de suelo, la latitud y la vegetación. Estas condiciones limitan al ser humano el acceso al agua. Además, las actividades humanas alteran los sistemas de agua a nivel mundial. Estas actividades son: la quema tradicional, la deforestación, el pastoreo excesivo, las prácticas agrícolas, la alteración química, la contaminación del aire, el exceso de bombeo de las aguas subterráneas, la urbanización, la industrialización, así como las presas y embalses, entre otras. La agricultura de regadío y la industria utilizan alrededor de 70% y 23%, respectivamente, del agua usada en todo el mundo, mientras que los hogares utilizan solamente el 8%.

En estas áreas de rápido crecimiento de la población, hemos de centrar nuestra atención en la inadecuada cantidad de agua disponible, así como el deterioro de las mismas. El lento avance en la gestión de los recursos hídricos, el saneamiento y la higiene, exacerba las condiciones previamente existentes en estos lugares. Para estos países que no han alcanzado la seguridad del agua, este objetivo se encuentra en el centro de su lucha por el desarrollo sostenible, el crecimiento y la reducción de la pobreza.

Actualmente la comunidad internacional está de acuerdo en que la gestión de los recursos hídricos es esencial para generar riqueza, oportunidades de trabajo, así como mitigar los riesgos asociados al agua y reducir la pobreza. Las grandes inversiones en la gestión del agua han de traducirse en el corto plazo en puestos de trabajo, basándose éstas en las lecciones aprendidas, con especial atención al desarrollo institucional, el medio ambiente y el intercambio más equitativo de los costos y beneficios.

El desarrollo económico, la industrialización y la generación de puestos de trabajo, sin embargo, han supuesto en muchas ocasiones el deterioro de la calidad de las aguas, arruinando cultivos y explotaciones ganaderas, así como perjudicando la salud de las personas.

Uno de estos conflictos por el uso y calidad de las aguas que tiene influencia directa en el trabajo es el que se vive en varias comunidades de la provincia de Sánchez Ramírez (República Dominicana). Las comunidades de El Naranjo, La Piñita, Fátima, El Llagal, Los Cacaos y Las Lagunas se encuentran cercanas a la explotación minera aurífera de Pueblo Viejo. Esta explotación ha dañado la calidad de las aguas, provocando que los agricultores y ganaderos, hayan sacrificado sus cosechas de piña, cacao o naranjas, así como la pérdida de cabezas de ganado, por beber agua de los ríos y arroyos que atraviesan sus fincas. La impasividad política para proteger los puestos de trabajo que proporcionan las empresas mineras, se contrapone con la pérdida de puestos en el sector primario, avocados a buscar nuevas ocupaciones laborales debido a la imposibilidad de seguir con su actividad ganadera o agrícola. En la fotografía que ilustra el artículo, se puede ver una res que cayó sobre el mismo riachuelo contaminado al que acudía a beber. La contaminación de suelos agrícolas y su afección sobre el ganado, solo es "el mejor de los casos", ya que muchas personas residentes en esas comunidades han sido afectadas en su salud, con problemas en la piel, asma o cáncer.

Éste, en concreto, es sólo un caso de cómo el agua puede modificar las condiciones y capacidades laborales de una pequeña comunidad, pero son muchas las situaciones que desgraciadamente nos encontramos a lo largo del planeta en las que el agua es factor decisivo como motor de cambio y desarrollo, y no siempre de la forma esperada. Podríamos nombrar los grandes conflictos a nivel planetario, como los que se viven en la cuenca del Río Zambeze, en los Ríos Tigris y Eúfrates, o las movilizaciones sociales por el acceso al agua en Bolivia.

El desafío que se nos presenta entonces es promover el crecimiento y el alivio de la pobreza, mientras al tiempo, se garantiza la sostenibilidad ambiental y generan oportunidades laborales

Muchos de los países industrializados en el mundo han sabido transformar su capacidad productiva generando oportunidades de empleo siendo -en gran medida- respetuosos con un bien como el agua. Actualmente, gran parte de los países en vías de desarrollo no han sabido realizar esa “transición hidrológica” y han caído en la trampa de no poder avanzar en su evolución por una baja calidad y distribución del agua.

El agua, por tanto, tiene capacidad de transformar sociedades o colapsarlas. El mayor activo de los países que están impulsando su desarrollo son las personas, y no hay nada tan importante para esos activos como la calidad y cantidad de sus aguas. El agua cambia los medios de vida de los trabajadores interviniendo de forma concisa en la metamorfosis de las sociedades y los recursos.

Uno de los mayores retos para mejorar la gestión del agua es mantener un equilibrio entre las aspiraciones como sociedad y la protección de las personas. Para ello es necesario poner sobre el tablero los grupos afectados y las personas privadas de derechos. La participación de la sociedad civil en la toma de decisiones debe asegurar una distribución equitativa de los beneficios del agua y la toma de inversiones e infraestructuras más racionales, disminuyendo la inseguridad en torno a este compuesto tan preciado.

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