Al otro lado de la frontera pirenaica, el agua escasea en este año 2022, ya que Francia registra un déficit pluviométrico de casi el 85% de media en todo el país. Se trata de una de las peores sequías de la historia del país, ya que julio de 2022 es el segundo mes más seco jamás registrado, sólo superado por marzo de 1961, cuando sólo llovieron 7,8 mm en todo el país.
Por desgracia, la situación no va a mejorar, por lo que las autoridades han tenido que tomar medidas radicales para preservar los recursos hídricos. En efecto, a día de hoy 93 de los 96 departamentos de la Francia metropolitana están afectados por restricciones de uso ante la preocupante situación de la mayoría de las capas freáticas como podemos ver en el siguiente mapa donde sólo 5 grandes capas freáticas tienen un nivel en torno a la media de este periodo.
En este marco de restricciones interviene la Policía del Agua y del Medio Ambiente que trabaja para la Oficina Francesa de la Biodiversidad (OFB). Su misión es sencilla: velar por el agua y hacer que sus usos sean respetados al máximo por particulares y empresas.
Por ello, sus zonas de actuación se sitúan especialmente en las regiones más sensibles al estrés hídrico para que la gente no lave sus coches, llene sus piscinas o riegue sus jardines fuera de las horas autorizadas. Así, duplicó sus controles entre finales de julio y principios de agosto para alcanzar casi 2.000 controles en una semana, ¡algo inaudito!
Más concretamente, organiza patrullas y sólo interviene si se detectan comportamientos inadecuados, a raíz de denuncias o sospechas. Sin embargo, en casi 9 de cada 10 casos, los usuarios respetan los decretos prefecturales y cuando no es así, no se trata de castigar directamente sino de educar para que la gente entienda que el agua es un bien público muy importante que hay que preservar.
Desgraciadamente, a la pequeña minoría que no cambie su comportamiento se le puede aplicar una multa de 1.500 euros, que sube a 3.000 en caso de reincidencia y a 7.000 para las empresas.
Lo cierto es que, tanto para los franceses como para los españoles, el agua es preciosa y debemos preservarla.