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El desarrollo urbano en la gestión sostenible del agua

Sobre el blog

Ana Abellán
Consultora en Sostenibilidad Urbana, especializada en la Gestión Integral del Agua Urbana mediante Infraestructuras Verdes
  • desarrollo urbano gestión sostenible agua

Para logra una mejor gestión del agua de escorrentía, se ha de considerar que es parte de la gestión municipal urbana, por lo que ha de integrarse dentro de ésta y ser tenida en cuenta en las fases iniciales del desarrollo urbanístico.

Algunas de las formas en las que se puede mejorar el tratamiento de la cantidad y de la calidad de las aguas de escorrentía urbana, son:

Control del planeamiento urbanístico

Prevenir los problemas es mucho más eficiente y rentable que intentar corregirlos después. Bajo esa máxima ha de funcionar el planeamiento urbanístico, que debe incluir las medidas necesarias para evitar futuros problemas relacionados con la escorrentía urbana.

Todos los nuevos planes de desarrollo (creación de nuevos centros comerciales, parques industriales, bloques de oficinas o de viviendas) y los de reurbanización deben incorporar un sistema integral de la gestión de las aguas de escorrentía urbana. Para ello es recomendable seguir los siguientes principios:

  • Cada porción de terreno es parte de una cuenca más grande que ha de tenerse en cuenta en la planificación, ya que una gestión individual de una urbanización puede tener consecuencias negativas en otra situada aguas abajo. Es por ello que la cuenca ha de verse como un ente global en el desarrollo urbanístico.
  • El sistema de gestión de la escorrentía urbana debería imitar y utilizar las características y funciones de la escorrentía que se produce en el medio natural, que generalmente está libre de costes y mantenimiento. Cada lugar posee unas características naturales que contribuyen a la gestión de la escorrentía en las condiciones ya existentes. Esas características pueden ser cauces de drenaje natural, depresiones en la superficie, humedales, suelos altamente permeables, vegetación y demás elementos que facilitan la infiltración y pueden ayudar a controlar la velocidad de la escorrentía, prolongar el tiempo de concentración, filtrar sedimentos y otros contaminantes y reciclar nutrientes. Y es recomendable que se mantengan en la medida de lo posible en los planes de desarrollo urbanístico.
  • Cada plan de desarrollo debe mapear e identificar cuidadosamente todo el sistema natural existente. Y emplear técnicas de ingeniería que se asemejen a lo que hay en el medio para preservar y realzar las características y procesos del lugar, maximizando los beneficios económicos y ambientales. Esto es especialmente efectivo cuando los sistemas de gestión de la escorrentía están integrados en el paisaje. La ingeniería debe emplearse para mejorar la eficacia de los sistemas naturales, en vez de negarla, reemplazarla o ignorarla.

Crecimiento controlado de las ciudades

El crecimiento controlado consiste en poner control sobre el uso de la tierra a través de mecanismos tales como la planificación y las ordenanzas municipales. Los gobiernos locales pueden utilizar estos mecanismos para proteger las zonas más sensibles al desarrollo y localizarlo en aquellas zonas mejor adaptadas para el crecimiento donde es más fácil controlar los impactos asociados con la escorrentía. El control del crecimiento puede ser un proceso complejo y debe equilibrar una serie de elementos integrantes del municipio de muy diferente naturaleza, tales como las escuelas, los hospitales y las estaciones de bomberos; los aspectos económicos, las leyes locales y las ordenanzas; los efectos secundarios del crecimiento tales como el aumento del tráfico y las concentraciones de la población en ciertas áreas; y la disponibilidad de los servicios públicos como el servicio de agua potable y el tratamiento de aguas residuales. Pero con una planificación cuidadosa y estudiada, el crecimiento controlado puede ayudar a reducir los impactos asociados con el desarrollo de un área.

Minimizar las áreas impermeables y reducir la compactación del suelo

Minimizando la cantidad de superficies impermeables que se generan en cada nueva ampliación urbanística, se puede reducir considerablemente el volumen de escorrentía urbana. Existen muchas formas para reducir las superficies impermeables, como serían éstas propuestas por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, la EPA:

  • Limitar el número, longitud y radio de los callejones 
  • Promover la implantación de pavimentos permeables en las nuevas calles
  • Reducir el ancho en las nuevas calles proyectadas
  • Colocación de aceras solamente en un lado de la calle

Pero aunque las nuevas zonas urbanizadas no se impermeabilicen, las ciudades ya tienen la mayor parte del suelo que ocupan impermeable. Para limitar los impactos asociados a la escorrentía de estas superficies, es importante restringir la cantidad de áreas directamente conectadas a la red convencional de drenaje. Esto se puede conseguir facilitando la retención in situ (por ejemplo, en azoteas) para no colapsar la red y controlar mejor las concentraciones de contaminantes. Una parte de esas superficies la suelen ocupar los parkings al, donde podrían optimizarse el espacio de las plazas y fomentarse su uso compartido.

Minimizar los solares con suelo degradado

En las ciudades encontramos áreas como los solares, con suelos degradados y poca vegetación. Estos suelos poco cubiertos son susceptibles de sufrir erosiones durante los procesos tormentosos, lo que conlleva el arrastre por la escorrentía de elevadas cantidades de sedimentos. O sea, la contaminación del agua por la presencia de altas concentraciones de sólidos en suspensión.

Para evitar esta contaminación es recomendable reducir las áreas de este tipo de suelos. Una forma sería cubriéndolos con vegetación. La vegetación ayuda a estabilizar el suelo y a prevenir la separación y el transporte de partículas por el agua. También sería recomendable no crear nuevos espacios de este tipo de forma innecesaria, dejar las áreas naturalmente vegetadas hasta el momento previo a la construcción y no eliminar la vegetación con antelación de meses o años en previsión de una posible, pero no segura, urbanización.