En septiembre de 2015 en una cumbre histórica de las Naciones Unidas se adoptaron los 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) para transformar nuestro mundo.
Según el último informe ODS 2017 elaborado por la Sustainable Development Solutions Network de las Naciones Unidas, España sigue lejos de ejercer un liderazgo en sostenibilidad
El grado de consecución de estos ODS por los países se valora con el verde, amarillo, naranja o rojo, según vaya de mejor a peor.
Según el último informe ODS 2017 elaborado por la Sustainable Development Solutions Network (SDS) de las Naciones Unidas y la Fundación Bertelsmann, España sigue lejos de ejercer un liderazgo en sostenibilidad.
Si bien ha conseguido mejorar 5 puntos en relación con el ranking de 2016, colocándose en el puesto 25, ha perdido el único verde que tenía, el ODS 5 dedicado a la igualdad de género.
En sus calificaciones se encuentran seis rojos, seis naranjas y cinco amarillos, por lo que todavía nos queda mucho camino por recorrer.
El agua es el objetivo 6 (ODS6) y está en el centro del desarrollo sostenible. Como es sabido se trata de un recurso limitado e insustituible, por lo que resulta necesario una buena gestión: eficiente, sostenible y equitativa del agua.
El objetivo es el de “garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos”, y para ello se fijan unas metas específicas, a alcanzar en un plazo de 15 años (2030).
Pero para que estas metas se cumplan es necesario que todo el mundo haga su parte, empezando por los gobiernos, siguiendo por el sector privado y la sociedad civil, y acabando por todas las personas de a pie que en última instancia hacemos uso de este recurso esencial para nuestras vidas.
¿Pero realmente somos conscientes de ello?
El agua y el saneamiento no están entre las principales preocupaciones de los españoles. Para la inmensa mayoría de las personas disponer de forma ininterrumpida, de un suministro de agua potable y de un sistema de evacuación de aguas residuales en sus viviendas, es algo normal, cotidiano y les basta con abrir el grifo o tirar de la cadena del váter.
Resulta además que el suministro de agua es el servicio público de gestión municipal mejor valorado por los ciudadanos de las principales ciudades españolas, con un 61% de satisfacción, según una reciente encuesta del Observatorio de Servicios Urbanos (OSUR). En concreto lo que más se valora de este servicio, con un 81% de aceptación, es la calidad general del servicio (ausencia de cortes, presión…); le sigue la calidad de agua suministrada, con el 71% y el alcantarillado, con un 58% de satisfacción.
Pero si ampliamos el foco vemos que la mayor parte de España está sedienta. Según información del Gobierno nos encontramos ante el peor período de sequía de los últimos 25 años, y las perspectivas de lluvia a corto plazo no son demasiado esperanzadoras.
Con este panorama, lo cierto es que parecen ser pocos los ciudadanos que conocen realmente cuáles son los verdaderos retos a los que nos enfrentamos en materia de agua, y que nada tienen que ver con la modalidad en que ésta se gestione (pública o privada).
Afortunadamente el agua está presente en la agenda de muchas organizaciones y empresas gestoras de agua que, mediante ideas atractivas e innovadoras, están intentando captar la atención de grandes audiencias.
La "Gamificación" consiste en aplicar elementos de juego a ámbitos no lúdicos para motivar a los usuarios
Una de estas ideas es la “gamificación”, que consiste en aplicar elementos de juego a ámbitos no lúdicos para motivar a los usuarios. Pues bien, la gamificación está contribuyendo, y lo ha de hacer en mayor medida en un futuro, a esta necesaria labor de concienciación a los ciudadanos sobre la importancia y los verdaderos retos del agua. En particular, a fomentar un consumo responsable de este recurso, e incluso permitiéndoles ser partícipes, en algunos casos, de las iniciativas sociales que se puedan llevar a cabo.
En relación con el ODS6, la gamificación está permitiendo aumentar, de una forma divertida y lúdica, el nivel de participación y de motivación de la ciudadanía, promoviendo cambios voluntarios en su comportamiento, que redundan principalmente en una racionalización del uso del agua.
Para autores como Zichermann “lo que una vez llamamos «jugar» en la periferia de nuestras vidas, se está convirtiendo en la forma en que interactuamos. Los juegos son el futuro del trabajo, la diversión es la nueva «responsabilidad», y el movimiento que está liderando este cambio es la gamificación.”
Y es que vivimos tiempos en los que, afortunadamente, se está poniendo cada vez más el acento en la sostenibilidad y la responsabilidad social corporativa, y con los constantes avances tecnológicos y el auge de la digitalización como forma de expresión, la previsión es la de ir hacia un mayor crecimiento de la gamificación en el sector del agua.
Actualmente este crecimiento de la gamificación en el sector del agua está siendo impulsado, principalmente, por la generalización de los contadores inteligentes, el uso de una nueva generación de apps y de tecnologías emergentes (como los aparatos y dispositivos electrónicos que se incorporan en alguna parte de nuestro cuerpo e interactúan de forma continua con nosotros), y por la aparición de sensores de todo tipo.
Así, por ejemplo, los usuarios que disponen de telelectura, por medio de una app gamificada pueden conocer en cualquier momento el consumo de agua de su hogar, compararlo con viviendas similares de su entorno, resolver retos, tener recompensas (virtuales o reales), aprender trucos y aportar ideas. Todo ello con el objetivo final de fomentar un consumo responsable y sostenible del agua. Este es el caso de 'PIXI'.
Existen otros ejemplos similares de gamificación en el sector del agua, como medidores inteligentes gamificados para la ducha, a través de los que se muestra el consumo y se estimula al usuario a un ahorro de agua y energía de una forma divertida (AmphiroA1). O dispositivos en los que por medio de un juego con avatares de cada miembro de la familia, se puede controlar fácilmente y en tiempo real el consumo de agua en el hogar, hacer un seguimiento de los objetivos de hidratación, controlar el tiempo de uso del agua y detectar fugas (Ôasys). Entre otros muchos.
En relación con el ODS6, la gamificación está permitiendo aumentar, de una forma divertida y lúdica, el nivel de participación y de motivación de la ciudadanía, promoviendo cambios voluntarios en su comportamiento
Por otro lado, esta gamificación también está permitiendo la creación de un flujo de información constante, con el que poder mejorar la calidad del servicio y la experiencia del usuario, de forma cómoda y sin molestias para él.
Y para terminar este artículo dedicado a la gamificación, no puedo dejar de referirme aunque sea brevemente a un evento acontecido este verano: el #SummerWaterpeople lanzado por Alejandro Maceira y materializado por Antonio García y el resto de la comunidad #Waterpeople en Twitter.
El #SummerWaterpeople podría considerarse como un caso de éxito de la gamificación, puesto que se ha conseguido implicar en redes sociales durante todo el mes de agosto, a una gran número de miembros de la comunidad del agua presente en Twitter (waterpeople), de forma divertida y a través de un juego (dar a conocer mediante fotos las diferentes actividades veraniegas realizadas), con el objetivo final de acabar materializando un proyecto de comunicación, que ha permitido situar al agua y su gestión entre las principales tendencias sociales del momento.
Enhorabuena a todos y a por el #AutumnWaterpeople! Porque el relato sobre el ODS6 debe continuar.