Un grupo de investigadores de Europa y China advierten que poco puede hacerse para impedir subidas peligrosas del nivel del mar en todo el mundo, puesto que alcanzarán entre 30 y 70 centímetros de ahora al año 2100 por mucho que se pongan en práctica todos, excepto los más drásticos, planes de geoingeniería para mitigar los efectos del calentamiento global y se ejerza un control férreo de las emisiones de gases de efecto invernadero. En su opinión, es probable que estos cambios sean devastadores para los 150 millones de residentes de zonas litorales bajas, en las que se encuentran varias de las ciudades más pobladas del planeta. En la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) se ha publicado un artículo al respecto.
Algunos científicos han propuesto hacer frente al calentamiento de la Tierra con obras de geoingeniería que mitigarían su impacto en las principales causas de la subida del nivel del mar: la expansión térmica del agua marina y el derretimiento de glaciares y placas de hielo.
Pero la Dra. Svetlana Jevrejeva, del Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido, el profesor John Moore, de la Universidad Normal de Pekín (China), y el Dr. Aslak Grinsted, de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), consideran que sólo los planes más radicales de este tipo surtirían algún efecto en el nivel del mar y que además estas obras podrían generar otros problemas.
Los investigadores llevaron a cabo una simulación del nivel del mar a lo largo del siglo XXI aplicando diferentes hipótesis de realización de diversos planes de geoingeniería y de proyecciones sobre las emisiones de dióxido de carbono (CO2). «Nos basamos en mediciones de la magnitud de las mareas durante 300 años para observar cómo afectaron al nivel del mar los cambios correspondientes a la cantidad de calor solar recibido por la Tierra, el efecto de enfriamiento provocado por las erupciones volcánicas y las actividades humanas del pasado», explicó la Dra. Jevrejeva. «A continuación, utilizamos esta información para simular el nivel del mar durante los próximos cien años en función de diversos planes de geoingeniería.»
Los cambios de la temperatura previstos como consecuencia del aumento del CO2 atmosférico o de las obras de geoingeniería son grandes si se comparan con los provocados por la actividad volcánica de los últimos 100.000 años o por la cantidad de energía solar recibida por la Tierra desde hace 8.000 años.
Las simulaciones de la Dra. Jevrejeva indican que los proyectos de geoingeniería más radicales podrían contribuir en cierto grado a estabilizar el nivel del mar, pero la propia científica dudó del impacto que podrían tener en el planeta.
Por ejemplo, calcula que la inyección de partículas de dióxido de azufre (SO2) en la estratosfera, equivalente a una gran erupción volcánica como la del Monte Pinatubo (Filipinas) cada 18 meses, disminuiría las temperaturas y retrasaría la subida del nivel del mar entre 40 y 80 años. «La conservación de tal capa de aerosoles podría mantener el nivel del mar aproximadamente donde estaba en 1990», indican los autores.
Sin embargo, la inyección de SO2 sería costosa y también arriesgada, ya que sus efectos en los ecosistemas y el sistema climático no se conocen lo suficiente. Igualmente, la puesta en la órbita terrestre de grandes espejos que reflejasen hacia el espacio un volumen mayor de energía solar reduciría las temperaturas y contribuiría a estabilizar el nivel del mar, pero una obra así plantea retos imponentes de logística e ingeniería. «Sencillamente, desconocemos la repercusión en la Tierra de una obra de geoingeniería de tal envergadura», advirtió la Dra. Jevrejeva.
Los autores conjeturan que posiblemente la opción menos arriesgada y más recomendable para limitar la subida del nivel del mar sería la bioenergía con almacenamiento de carbono (BECS). Según indican, se podrían plantar grandes extensiones de cultivos para su uso como biocombustibles, el CO2 generado en su combustión se podría capturar, y el carbono se podría almacenar en forma de carbón biológico en el suelo o bien en yacimientos geológicos.
«La opción BECS plantea ciertas ventajas con respecto a la captura química de CO2 de la atmósfera, que precisa de una fuente de energía, pero según las últimas simulaciones ambos métodos podrían devolver el nivel atmosférico de CO2 a cifras preindustriales.»
No obstante, la Dra. Jevrejeva destaca que toda obra drástica de geoingeniería plantea graves riesgos. «Optar por la geoingeniería en detrimento del control de las emisiones de efecto invernadero equivale a cargar a las generaciones futuras con un riesgo enorme», concluyó.